CAPITULO 18. EMBOBADO

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Leo Sandoval

Arriesgándose a ver el moretón en la cara que le iba subiendo como un cáncer en el corazón Leo se miro frente al espejo con una ira que no pudo disimular ante sí mismo.

¿Qué mierda le había pasado? Pensó molesto. ¿Cómo era posible que hubiese caído tan bajo en sus instintos más profundos?

La defendiste. Odiaste Escuchar Como otro hombre se refería a ella, su cerebro le lanzó de inmediato la respuesta que no deseaba escuchar.

—¡Maldita sea! —exclamó apunto de estampar Un puño contra el espejo y así evitar ver esa mirada de lástima. Esa mirada que tanto había odiado tiempo atrás.

No podía volver a caer en la tentación de sentirse comprometido con otra persona que no fuese sí mismo. No podía volver a confiar en una mujer, mucho menos en una que tenía el poder suficiente para hacer que él perdiera los estribos como esa tarde.

Su teléfono celular sonó en ese momento y casi agradece a los Ángeles con una oración silenciosa, por haberle permitido escapar de sus pensamientos dolorosos e irracionales.

—Sandoval — dijo fríamente.

—Hola señor me cago en la putisima madre que me parió — saludó Rey estallando en carcajadas.

Ya se había enterado.

Los chismes en Mega inversiones iban cada día de mal en peor. Antes tardaban de cuatro a doce horas.

—No me jodas, no estoy de humor.

—Me imagino que no. ¿Nos vemos esta noche?

Él no se había detenido a que le revisaran el ojo, no deseaba estar en la clínica por mucho tiempo, no por más del necesario. Los hospitales le traían malos recuerdos, recuerdos amargos, pensamientos tristes.

No.

Definitivamente no iba a dejar que una enfermera con ganas de ser horoína, se dedicase a darle un chequeo para después decir que necesitaba uno o dos puntos sobre la herida.

Era superficial, él lo sabía, pero eso no evitaba que le doliera y ardiera muchísimo.

—¿En el club ese, otra vez? — gruñó mientras se tocaba el moretón.

—Quieres ir a otro lugar? — su amigo advirtió su incomodidad, y lo cierto era que Leo tampoco tenía deseos de salir a beber y fumar.

Pero sus recuerdos iban a joderlo si se quedaba la noche entera en su departamento.

—Mismo lugar. — respondió — Nos vemos allá.

Cerro la llamada sin esperar una respuesta afirmativan.

No la necesitaba, Rey llegaba a cualquier lugar que él le dijera, sin rechistar, sin preguntar por qué, sin irle con tonterías.

Por eso compaginaban tan bien.

Miró la hora en su teléfono y sin desearlo, se puso a pensar en lo que estaría haciendo la pelirroja.

Sophia.

Inconscientemente, miró su celular, en la aplicación de Facebook.

¿Estaría mal?

No, se dijo de inmediato.

Abrió la red social y tecleó el nombre de Sophia, de inmediato surgieron más de veinte, hizo memoria al día de la presentación, el día anterior, parecía tan lejano, que s preguntó si estaba en lo cierto.

Sí, seré TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora