Capitulo 28. Ellos dos...

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Sophia McAdams

―Sophia, Déjame entrar. No seas tonta. ¿Para qué demonios tiraste un vibrador si no ibas a poder responder cuando alguien lo agarrara?

—¡Eres un idiota! ¿Acaso crees que lo tiré a propósito? —rompió a reírse como una loca. Se miró de cuerpo completo, estaba desnuda, pegada a la puerta escuchando la respiración acelerada de Leo. No quería ni siquiera imaginar cómo estaba el vestido, no más de lo que había visto a tres pisos de distancia.

No quería pensar en cómo su miembro debía de estar erecto, ni tampoco quería pensar en lo que él debía de estar pensando de ella en ese momento.

Soltó una maldición y fue rápidamente a ponerse algo de ropa. Se colocó un vestido de tirantes finos de un rosa pálido, entrando la cabeza rápidamente y luego los brazos, respiró profundo, levantando la vista al cielo que tenía sobre su cabeza. Había puesto un papel tapiz con dibujos del universo para poder descansar por las noches después de la infidelidad de Terrence.

Ahora se daba cuenta que ni siquiera teniendo el mismo cielo real sobre su cabeza, hubiese podido superar esa traición.

La superó porque tomó al toro por los cuernos y se llevó de su amiga.

Error que luego de meses con él, se dio cuenta que no todo lo que en el momento parecía bueno, lo era realmente.

Eso de un clavo saca otro clavo, logró hacerla sentirse mejor, al menos durante un tiempo.

Hasta que entendió que merecía más de la vida, más que sólo darle placer a un hombre, más que hacerle un oral a un pene que ni siquiera le gustaba.

En cambio, con Leo sí que había experimentado lo bueno y placentero que podía ser el sexo.

Quizá el hecho de saber que él no buscaba nada más en ella, le permitió tener orgasmos excepcionales.

Pero ahora no lo quería allí. No podía tenerlo allí.

Deseaba que él se fuera. Deseaba que Leo se largara de la puerta y así ella poder volver a sus asuntos, a su tristeza, a su soledad absoluta.

Preferiblemente sin público y sin esa maldita sonrisa burlona que había visto en su rostro al levantar de la acera su vibrador morado.

¡Joder! El vibrador.

También debía de recuperarlo, pensó molesta al darse cuenta que iba a tener que abrir la puerta, pues conociendo la impulsividad de Leo Sandoval, sabía que era capaz de llevarlo a la oficina si ella no le abría la puerta en los próximos minutos.

Con un profundo sentimiento de derrotismo, se acercó de nuevo a la puerta, sintiendo cómo sus pliegues se rozaban uno con el otro, pues no llevaba nada de ropa interior debajo.

Sin atreverse hablar, pegó la oreja a la madera de la puerta, mientras sentía que la indignación ardía fuertemente en sus venas.

—Sophia, abre la puerta. Deja de actuar como si no nos conociéramos...

—Pero es que es la verdad, tú y yo no nos conocemos, no sabes nada de mí, ni yo de ti. Y lo cierto es que no me encuentro en posición de verte, ni hablarte, ni mucho menos tenerte cerca. Eres un idiota y actuaste como un estúpido en la oficina de Marcos. ―Recordó la vergüenza que sintió al escuchar cómo él dijo que le incomodaba su presencia. ¿Por qué se esforzaba en lastimarla? ¿Por qué le interesaba tanto alejarla?—. Ahora solamente nos queda trabajar juntos y sacar adelante el proyecto que Marcos nos impuso. Eso es lo que queda de nosotros.

—Estás actuando como una maldita adolescente que no sabe lo que quiere. Jugamos, tuvimos sexo, tuviste todo el control de la situación en todo momento. No puedes venir ahora con que no te dije lo que yo deseaba. ¡Maldita sea! —gruñó él y golpeó la puerta duro, haciendo que Sophia diera un brinco y soltara un grito de sorpresa—. Abre la maldita puerta ahora mismo. Ábrela para que puedas decirme a la cara que no deseas verme nunca más, que solamente vas a aguantarte las ganas de vomitar al tenerme enfrente porque te toca trabajar conmigo cada santo día del año. Abre la puerta y ten los cojones de decirme a la cara que no quieres volver a tenerme junto a tu cuerpo, que no quieres yacer conmigo nunca más y que no quieres que mi boca vuelva a besar tus labios.

Sí, seré TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora