Leo Sandoval
—¿Qué se supone que estás haciendo? —le preguntó él, completamente aturdido por su atrevimiento.
Esa pelirroja lo había sorprendido, agarrado con la guardia baja y, literalmente, cogido de las pelotas.
—¿No viniste a eso? ¿No viniste buscando ser cabalgado por una puta dentro del baño de un bar? ¿No me perseguiste porque viste mi silueta y me reconociste? ¿Qué? ¿Ahora no eres tan león como antes!
A Leo casi le da un ataque cardíaco, un paro respiratorio y una embolia pulmonar, combinado con un aneurisma en el lado izquierdo de su cabeza, todo eso al escucharla hablar con esa voz tan seductora y, a la vez, tan mandona.
Mierda, esa pelirroja de verdad que tenía cojones.
Comenzaba a considerar seriamente que se había equivocado con ella cuando la conoció en la recepción de Mega Inversiones. Él la miró sonriendo de medio lado, la boca de ella estaba muy cerca de la suya, miraba hacia arriba, pues Leo le sacaba casi dos cabezas de altura, a pesar de que ella iba encaramada en unos tacos que parecían ser bastante incómodos, pero que, aun así, las mujeres se empeñaban en utilizar, para verse más estilizadas y sentirse más poderosas.
—Si quieres que te mate las ganas en el baño del bar, estoy más que dispuesto a hacerlo, pero si...―Él subió sus manos por los brazos descubiertos de ella―. Si lo único que quieres es provocarme, tentarme y saber cuál de los dos es capaz de sucumbir ante la tentación... déjame decirte que estás perdiendo el tiempo, porque soy un león y no en vano llevo el nombre desde que nací.
El vestido que ella llevaba puesto era sin mangas y dejaba al descubierto toda su piel de satén, blanca como la nieve, su cuello estaba completamente liso, impecable, unas pequeñas motitas marrones que salpicaban su piel, dándole una apariencia más natural.
Ella era sencillamente hermosa.
«¿Qué clase de pensamiento tan marica era ese?»
Se preguntó así mismo, sin pronunciar las palabras en voz alta.
—¿Te crees muy macho, cierto? ¿Te crees tan poderoso que todas las mujeres deben sucumbir ante ti? —Ella apretó un poco más fuerte sus testículos, sin hacerle daño, pero lo suficiente como para que su pene estuviera completamente erecto, duro como una roca y dispuesto a desempeñar la función por la que él había venido al mundo—Te diré algo, estoy deseosa de follar sin compromiso, de que me hagas llegar al orgasmo con tu boca...
Él soltó un gruñido en respuesta y apretó los ojos, pues estaba a punto de perder el control, de subirle la falda hasta las caderas y apoderarse de ella. Ponerla de frente contra la puerta de los baños, colocando sus manos en la superficie fría de la puerta, agarrándolas con una de las suyas y evitando que se moviera. Él tenía la experiencia y la agilidad suficiente para, con una sola mano, desatarse la correa, bajarse los pantalones y el bóxer y liberar a su miembro erecto y muy lento introducirse en su coño, que seguramente estaba húmedo, palpitante y deseoso de ser poseído.
¡Joder!
Es que solamente de pensarlo su miembro palpitaba angustiado, desesperado por salir de la prisión en la que estaba siendo sometido.
—No me creo, lo soy. Soy el que puede hacer que te corras como en una maldita orgía sin usar ningún juguete. Imagina mi boca en tu coño humedecido, resbaladizo, vibrando por ser tocado...
—¿Si? ¿Crees que puedas conmigo? —preguntó ella antes de acercarse tanto a su boca que Leo dejó de respirar unos segundos, creyendo que iba a besarlo....
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Sí, seré Tuya
RomanceLEO SANDOVAL, UN HOMBRE ARROGANTE Y SEGURO DE SÍ MISMO. TRABAJA DURO Y SIEMPRE OBTIENE LO QUE QUIERE. DEBAJO DE SU FACHADA DE HOMBRE IMPLACABLE DE NEGOCIOS, SE ESCONDE UN HOMBRE CON TRAUMAS DE INFANCIA. SOPHIA MCADAMS LLEGÓ PARA PONER EL MUNDO DE...