CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

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Llegaron al LGA Aireport y allá los estaba esperando una comitiva bastante interesante.

Aria aguardaba con una pancarta verde Neón que decía "maldita perra, te estoy esperando". De inmediato Sophia se comenzó a reír sin poder evitarlo. Su amiga era todo un personaje.

Corrió hasta sus brazos y se fundieron en un abrazo fuerte e íntimo.

—¡Dios mío! ¡Estaba preocupada por ti! ¿Por qué no respondes a mis mensajes? ¡Hasta anoche no sabía de tu existencia! ¡Y vienes y me escribes de un número desconocido!

—Es que rompí mi celular. —Al recordar el hecho estúpido e impulsivo de la noche anterior, se llenó de ira ¿Por qué había decidido romper el celular al estrellarlo contra el piso sin considerar de dónde sacaría para comprar otro?

Recién estaba comenzando el trabajo y tenía muchas cosas por pagar.

—¿Por qué rompiste el móvil?

—Me enojé —dijo entre dientes en algo poco más que un murmullo.

—¿Con quién te enojaste? ¿Con ese idiota que me mira como si yo intentara robarte?

—Ese idiota ya sabes que está conmigo.

—Lo sé. No me cae bien. Es demasiado intenso para ti. Eres muy suave. Cuando te dije que te buscaras un hombre y experimentaras del buen sexo, no me refería a uno que acaparara toda tu atención.

—Bueno, debiste ser más específica. —Sophia se rio y volvieron a abrazarse. Su amiga se separó un poco después de unos segundos y la observó detenidamente con sus intensos ojos marrones.

—¿Segura que estás bien?

—¡Estoy bien! —le respondió—. Tú tranquila.

—¿Te trató bien?

—¡Fui por negocios! ¡Ya lo sabes!

—¿Negocios? Por ahí me dijo un pajarito que estuvieron toda la semana en la misma casa. ¿Es bonito el bungalow?

—¿Cómo lo supiste? —le preguntó confundida— ¡Jamás te dije que estábamos durmiendo en la misma casa!

—¡Cariño mío! ¡Parece como que no me conocieras! ¡Por supuesto que sabía que estaban durmiendo juntos! Yo misma me encargué de reservar el espacio para los dos. ―Sophia se dio cuenta que su amiga era quién había cambiado la reserva, ella conocía todos sus datos, fue bastante fácil para Aria cambiar la información y colocar que deseaban una habitación para los dos.

—¿¡Por qué lo hiciste!? ―le preguntó confundida—. Me acabas de decir que él no te agrada.

—Pero a ti te agrada, a ti te gusta. Es más, por el brillo de tus ojos, creo que es el hombre que más te ha dado placer. Incluso más que Terrence.

Sophia se sonrojó de los pies a la cabeza pues Leo estaba detrás y sabía que estaba escuchando todo.

—Puedes callar esos detalles —le dijo entre dientes, intentando que Leo no escuchara.

—Es la realidad. ¿Por qué ocultarlo? Si el tipo te hace venir como una maldita loca, ¡es el correcto! Las mujeres venimos al mundo a que nos complazcan.

—¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer contigo? ―Se cubrió la cara con las manos y escondió la vergüenza.

―Hola, Aria. Creo que no nos hemos presentado correctamente.

—¡Oh, pero tranquilo! Yo sí te conozco a ti. Para mí eres una ficha bastante conocida.

—Solo espero que en el buen sentido de la palabra. ―Leo estrechó la mano de Aria y esta lo miró inquisitiva y quisquillosa.

Sí, seré TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora