Leo Sandoval
—¡Qué bueno que llegaste! —le dijo Sasha desde que lo vio entrar.
—Vamos a acabar con esto rápido. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Para qué me llamaste?
—Necesito hablar contigo. —Leo tomó asiento frente a ella y cruzó las manos sobre la mesa.
—¿Qué es lo que quieres?
—¿Algo de tomar? ¿Vino? ¿Un whisky? Sé que te gusta el borbón.
—Mientras más rápido podamos hacer esto, mucho mejor será. Necesito volver a trabajar, no voy a tomar alcohol tan temprano.
—¿Tan temprano? —preguntó Sasha sorprendida—. Eso nunca ha sido un parámetro para ti. La hora del día y lo que tomábamos cuando nos veíamos tú y yo...
—Ya no hay un tú y yo. Es bueno que comiences a asimilarlo desde ahora. Las cosas han cambiado.
—Sí, ya me doy cuenta. —Ella hizo un puchero, que en otro momento lo hubiese derretido y tumbado todas sus barreras, pero en aquel momento, le causó... nada.
Definitivamente las cosas habían cambiado entre ellos.
Sasha seguía teniendo el mismo cabello rubio platino que la hacía lucir como una Barbie, con grandes ojos grises, pestañas tupidas, piel bronceada y tersa. Una mujer de revista y llena de retoques del cirujano.
Antes aquello no le había molestado, pero ahora, después de conocer a Sophia, le parecía tan falso que le irritaba saber que había tenido una relación con alguien tan artificial.
—Dime qué quieres. ¿Para qué me citaste?
—¿Por qué viniste o qué buscas aquí?
—¿Qué es lo que quieres de mí? —Leo frunció el ceño. ¿A qué estaba jugando? Ella lo había citado, diciendo que tenía algo muy importante que decirle y él, para intentar terminar con ella de una vez por todas, había decidido asistir—. Creo que tú eres la que no me estás entendiendo. Tú me citaste. Tú hiciste que viniera.
—Yo no te obligué —ella sonrió y sus dientes perfectos y blancos iluminaron su rostro.
—Bien. Ya entiendo. Como ninguno de los dos quiere estar aquí, yo me retiro. —Leo se levantó de la silla y ella extendió una mano rápidamente y sus ojos se agrandaron brillantes.
—Por favor, quédate ―le rogó. Leo quitó la mano de ella de encima de la suya—. Perdona, es que me ha causado conmoción verte.
Las personas comenzaron a mirar hacia su mesa
Parecía la típica escena en la que había un rompimiento y la mujer le rogaba al hombre no irse.
No había sido menos de ahí. Lo cierto es que Sasha le había sido infiel y él se sentía tan poca cosa que seguía cayendo en su red. Aun meses después de su infidelidad, siguió acostándose con ella porque no sabía qué más hacer, coómo negárselo, cómo continuar con su vida. Le había contado todos sus defectos, debilidades, todo sobre él, y aun así ella le había sido infiel, buscando una persona que satisficiera sus necesidades económicas, más que las físicas.
Precisamente después de terminar con Sasha y ver lo estúpido que había sido al confiar en una mujer, se hizo la vasectomía.
¡Joder! ¿Cómo diablos pudo ser tan impulsivo? No habérselo dicho a Sophia aún, era terriblemente egoísta y estúpido.
Era un cobarde.
Esa mujer estaba segura que él era el hombre con el que quería pasar el resto de su vida. Lo veía en sus ojos, y aunque ella no había pronunciado las palabras, sabía que tarde o temprano tocarían el tema de los hijos
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Sí, seré Tuya
RomanceLEO SANDOVAL, UN HOMBRE ARROGANTE Y SEGURO DE SÍ MISMO. TRABAJA DURO Y SIEMPRE OBTIENE LO QUE QUIERE. DEBAJO DE SU FACHADA DE HOMBRE IMPLACABLE DE NEGOCIOS, SE ESCONDE UN HOMBRE CON TRAUMAS DE INFANCIA. SOPHIA MCADAMS LLEGÓ PARA PONER EL MUNDO DE...