Leo Sandoval
—¿Qué quieres Marcos? —le preguntó intentando hacerse el indiferente, pero teniendo a Sophia justo al lado de él, llenándolo de ese calor que durante días había accedido a ofrecerle, era casi imposible mantenerse enfocado en su jefe.
Una tarea bastante difícil.
Él, un hombre que siempre se había catalogado como centrado y enfocado en metas específicas, se había dado cuenta esa semana que, al tener a una pelirroja a su disposición, dispuesta a quererlo, escucharlo y hacerlo reír con sus tonterías, bromas y estupideces, era más humano de lo que se había pensado.
―¿Qué coño estás haciendo, Leo?
—No me digas a mí que qué diablos hago, cuando tú fuiste el que empezaste todo esto.
Se lo había dejado ver a Sophia, en el momento en que tuvo la oportunidad al día siguiente, después de ellos haber llegado a un punto intermedio, donde ella no se fuera de su lado.
—¿Estás seguro que fue él? —recordó que ella le dijo.
—¿Quién más pudo haber sido? —fue su respuesta, mientras encendía un cigarrillo y le daba una calada.
Fumar se había vuelto esencial para él, comenzaba a creer que era una pérdida de tiempo y un daño para su sistema —Sophia aborrecía que él lo hiciera, aunque no se lo decía, se daba cuenta por cómo arrugaba la nariz cada vez que lo veía encender el cigarrillo―, iba a dejarlo lo sabía, aun antes de que sus palabras salieran de su boca, antes de que la promesa estuviera allí. Su corazón ya le estaba gritando que por ella era capaz de lo que sea.
Iba a renunciar a fumar sin que Sophia se lo pidiese.
El fumar era simplemente una solución momentánea a su soledad, pero teniendo a esa pelirroja a su lado, la soledad estaba rezagada y casi ni siquiera la sentía.
No obstante sabía que estaba allí, había muchas cosas sobre las que él quería platicar pero que no sabía ni tenía idea de cómo hacerlo.
Una de ellas era Sasha.
Hablarle de Sasha era un tema más complejo de lo que se pudiera sentir a simple vista.
No era una simple ex, era la única ex que él había tenido, la única mujer con la que quiso formalizar una relación. Sasha no fue un polvo, y tenía miedo que Sophia, al enterarse de su existencia, le surgieran las inseguridades.
Sabía que las personas estaban repletas de inseguridades, él mismo tenía unas cuantas, aunque intentaba mantenerlas a rayas; en varias ocasiones estas habían tomado el control, y precisamente por esas inseguridades y por intentar ser más precavido de la cuenta, era que había estado a punto de perder una oportunidad con Sophia McAdams.
Oportunidad que él no sabía que deseaba.
—¿Me estás escuchando? —le dijo Marcos. Pestañó y miró a Sophia, se había ido bastante lejos con sus pensamientos.
—¿Que dijiste? ―ella estaba hermosa, acabada de despertar. Se habían duchado juntos y él había preparado el café en la greca eléctrica de cristal.
Ella llevaba puesto un pantalón corto de color negro y una blusa desmangada verde neón.
Sus pecas brillaban por la luz de la mañana. Relajada, era la palabra perfecta para describir a Sophia en ese momento.
Su pelirroja.
Joder. Era suya.
Una erección se produjo y él se acomodó el pantalón, Sophia lo miró divertida y comenzó a mover las caderas de manera sugerente.
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Sí, seré Tuya
RomanceLEO SANDOVAL, UN HOMBRE ARROGANTE Y SEGURO DE SÍ MISMO. TRABAJA DURO Y SIEMPRE OBTIENE LO QUE QUIERE. DEBAJO DE SU FACHADA DE HOMBRE IMPLACABLE DE NEGOCIOS, SE ESCONDE UN HOMBRE CON TRAUMAS DE INFANCIA. SOPHIA MCADAMS LLEGÓ PARA PONER EL MUNDO DE...