CAPITULO 20. EL CLUB

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Sophia entró al club con unas ganas atroces de cometer toda clase de pecados, con hombres desconocidos del bar.

Por primera vez en su vida comenzaba a replantearse la idea que siempre había conservado como base en su desarrollo personal: Tu cuerpo, tu templo. Así la había criado su madre, aunque ella misma la había instado en más de una ocasión a olvidarse del pudor y disfrutar su soltería, y posteriormente su juventud,.

Sophia siempre se había retraído por el qué dirán de las personas.

Creyendo que toda su vida giraba en torno a las buenas o malas decisiones que tomara. Por eso, antes de decidirse a hacer algo, por más simple que fuera, siempre lo pensaba.

Excepto cuando se le iba la lengua estando nerviosa o cuando se sentía atacada.

Su mente era como una serpiente de cascabel: si sentía que estaba siendo acorralada, expulsaba lo primero que pensara sin filtro alguno.

Y luego pensaba en control de daños.

—¿Tu amigo nos guardó sitio? ―preguntó Aria desde que entraron y vieron todo copado—. Porque de no ser así, conozco al manager, seguro que nos ubica en buen lugar.

—Amiga ―corrigió instantáneamente―, y sí, creo que los veo por allá. ―Subió la mano para que Merly la notara en el gentío de cuerpos pegajosos.

El no tener su celular con ella, definitivamente, representaba un problema muy grave. No estaba acostumbrada a no escribirle a su madre al menos un mensaje, diciéndole que había llegado bien al apartamento.,

O responder los mensajes de Hermes.

Solo que esa noche, los mensajes no llegarían.

Ella se había encargado de alejarlo, de una vez y por todas.

Claro que no había sido ella la causante de su inminente lejanía, sino Leo Sandoval, el hombre que la ponía a mil por horas con solo pensarlo.

—Vamos. ―Tomó su amiga de la mano y atravesaron el club, hasta los sofás de cuero en donde estaba Merly.

La recepcionista estaba vestida con un crop top verde neón que dejaba claramente ver sus pezones, un jean corto con flecos en los bordes, y unas sandalias doradas. A su lado, estaba un hombre de unos treinta y tantos, con una camiseta sin cuello de color rojo que tenía la palabra hot en el centro y debajo de esta un ají picante.

Al lado de este, un hombre que aparentaba ser menor edad y que repasó a Sophia de arriba a abajo, deteniéndose por más del segundo que indicaba la educación y se convertía en morbo.

Lentes tipo hípster, chaqueta negra, pelo peinado hacia atrás y una boca muy bonita.

El hombre era atractivo, eso debía reconocerlo, pensó Sophia mientras le sonreía traviesa.

¿Tres copas? El chablis solo le había dado el coraje necesario para salir esa noche y olvidar a Leo Sandoval.

—Chicos, ella es Sophia, es nueva en Mega Inversiones. ―Merly se levantó y le dio un rápido abrazo―. Ella es...

—Aria. ―Su amiga no le pasaba vergüenza a nadie, no a menos que ella no se percatara en el momento justo—. Soy Aria y vengo con ella.

—Encantada, hermosa ―Merly le dio dos besos a su amiga y Sophia casi se espanta por el saludo tan cariñoso de la chica que apenas conocía a su amiga.

Pero Aria no pareció molestarle. Algo extraño, pues ella desde que estaban en la universidad, no dejaba que ninguna persona se le acercara, no a menos que ella así lo deseara.

Sí, seré TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora