CAPÍTULO 48

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EL SOL Y LA LUNA

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RHEA ECKVAN

Observo en mi mano el dije de sol y acaricio el centro de él, en el oro está tallado las palabras que he leído cada día de estos dos mil años: "Mi sol, en mi eternidad y en mis otras vidas, porque solo tú puedes derrotarme".

Relamí mis labios, y lo doy vuelta, una gota de sangre recorre su centro. Su sangre y la mía juntas. Lo único real que tengo de ella. El único consuelo que he tenido por cientos de años. Y lo que me ha atormentado por otros mil años. El ceño se me frunce al sentir una punzada en mi pecho.

—¿En qué piensas?— Una mano acaricia mi pecho desnudo, pronto una pelinegra apoya su cabeza en mi hombro, dejando caer su larga melena por todo mi cuerpo. Hecha un vistazo al artefacto en mis manos. —Por supuesto.

Pongo mis ojos en Cyrze, el verde de los suyos recorren todo mi rostro, y suelta un resoplido de molestia, antes de darme un pequeño beso en mis labios en un acto que me confunde. Se levanta de la cama, desnuda, para posicionarse entre mis piernas, entrelazando sus manos en mi cuello.

—¿Sigues con tus dudas?—Me acusa suavemente.

—No es fácil despegarse de algo que has tenido gran parte de tu vida—Asegura.

Ella alza una de sus pelinegras cejas.

—Y el hecho de que era de Kahnara no tiene nada que ver—Masculla con sarcasmo.

—Nada que ver—Afirmo con una sonrisa.—Ella es tema superado.

—Lo dice aquella que ayer solo pudo follarme cuando mi cabello se tiñó de blanco—Acusa. —Y eso que es temporada de luna llena, y antes no te importaba si era o no la zorra traidora.

Mi sonrisa se borra ante su forma de llamarla, y ella levanta su mentón, evitando mi mirada. La tomo de las muñecas y la jalo para que caiga a la cama, boca arriba. Ella me mira con seriedad, mientras me subo arriba de ella.

—Te dije que la única que puede llamarla de zorra traidora soy yo—Mascullo.—Y si a mí se me place follar con un insecto te conviertes en uno porque eres mía, y haces lo que yo te ordene.

—Pero parece que solo te excitas con las traidoras— Soltó molesta. —Lyra podrá creerte el cuento de que solo la quieres para hacerla sufrir por su traición, pero yo no, tú nos prometiste que tus reinas seríamos nosotras al igual que las madres de tus hijos, y que Nara solo sería tu esclava.

—Y lo serán.

—Claro que sí—Dice con una sonrisa, la seguridad que emana no deja espacio para la duda. —Porque hicimos un pacto de sangre, más fuerte que el que hiciste con Nara, nos unimos las tres para siempre, con la Diosa luna y el rey sol de testigo, y si en algún momento tú la prefieres a ella... nos iremos y te llevaremos con nosotras.

Sale de la cama, caminando hacia su vestido negro en el sofá, siendo que yo lo había dejado en la cabecera de la cama. Mi castillo se siente raro desde que ellas llegaron, su magia lo ha vuelto la cuna de sucesos paranormales que me irritan, pero ya estaba acostumbrada.

—No sé como estás tan seguras de que Diana "segunda" tiene aún a Nara—Se acomoda el vestido, observándose en el espejo.

—Ella no es tonta, pero tampoco es muy discreta, yo sé que la tiene, me lo demostró esa noche mientras sostenía a "su hijo muerto", estaba segura de que podría revivirlo.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora