CAPÍTULO 9

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REENCUENTRO PELIGROSO

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ALEXA PIERCE

Toque la puerta de madera dos veces. La mansión estaba oculta entremedio de unas colinas del bosque más espeso de Versalles y se camuflaba con la hierba trepada en sus paredes, pero gracias a las indicaciones de Ginebra, fue fácil encontrarla.

Escucho pisadas tranquilas acercarse a la puerta, volteo a ver a licántropos a mis espaldas y les hago una seña para que estén preparados.

Una mujer humana que aparentaba ser de la media edad abre, ella frunce el ceño al vernos armados, asi qué no abrió la puerta del todo y esboza una sonrisa nerviosa.

—¿Qué se les ofrece?—Pregunta con dificultad.

Empuño mi arma y le pego un tiro entre ceja y ceja, cae al suelo de inmediato dejando la puerta completamente abierta. Doy el primer paso hacia dentro de lugar, vacío y silencioso como esperaba.

—Búsquenlas-- Le ordeno a la tropa de la izquierda.

Ellos se adentran por los pasillos y habitaciones del segundo y primer piso en busca del escondite donde las brujas hacen sus rituales. En mi mano sostenía la bomba de gas de estramonio.

Seis soldados estaban detrás de mí en la estancia aún, donde están los muebles con los grimorios.

—Jefa, no encontramos a las brujas—Anuncia una voz que no reconozco. Todas las miradas van al gran escritorio repleto de pócimas. Cuando aquella silla se gira para mostrar a la dueña, ella alza sus manos—Es como si se hubieran esfumado.

Los cañones de las armas se levanta de inmediato ante esos ojos verdes. Guardo la bomba y la reemplazo por una estaca de madera.

—Todos con una arma de última generación y yo con un hacha que encontré por ahí—Insinúa con una sonrisa — Creo que no es justo. Pero ¿Para mí o para ustedes?

Una teniente se asoma por el segundo piso.

—Jefa, no encontramos a las brujas—Dice ella.

Amina suelta una risa. De un momento a otro la mujer cae del segundo piso con el cuello roto y en esa milésima de segundo diviso a Atlas. Belanger se levanta de la silla, con el hacha en la mano y al segundo yo lanzo la estaca enterrándosela en pecho.

Ella abre sus ojos a más no poder y mira la estaca en su pecho. Espero tanto verla caer al suelo; sin embargo, no quita esa sonrisa condescendiente y saca la punta filosa de su cuerpo y sana con cosa de milisegundos.

—Esto pasa cuando tienes a las brujas de tu lado—Afirma divertida, le da una vuelta al mango del hacha en su mano derecha. —y esto les pasará por meterse con sus compañeras: morirán.

Giro mi rostro a la puerta, el cuerpo de la mujer se vuelve cenizas grises y un viento fuerte irrumpe desde el bosque acompañado de un grito desgarrador. La ceniza comienza a llenar el lugar, nublando la vista por unos minutos.

—Carajo— Intento disparar, pero mi arma falla a causa de las cenizas, en un arrebato la tiro al suelo y desenvaino uno de mis sables en la espalda del uniforme.

Las cenizas se desvanecen, y veo la pelea que se formaba, unos eran asfixiados por fuerzas invisibles. Amina pelea contra dos soldados únicamente con el hacha, lanzando golpes experimentados. Un chico que para frente a mí, adolorido y mira a mis espaldas.

—Jefa, cuida...—Su advertencia queda en el aire cuando Amina atraviesa su cabeza en un golpe firme y mortal con el filo de su hacha

Ya no había nadie con vida en este piso; sin embargo, el bullicio de arriba seguía. Amina tiene los ojos encendidos como los de un híbrido salvaje, quizás está a punto de transformarse.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora