CAPÍTULO 49

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MASCARAS

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CYPRIAN FAVRE

Oscuridad.

Es todo lo que veo. O lo que veía. Lo sabía, apenas llegáramos a New Orleans, la oiría. La voz de esa maldita la escucho al fondo del largo pasillo negro.

Te encontré, Amina.

Abro mis ojos, y bebo un poco de agua. Jessica tenía la mirada perdida en la ventana, mientras aterrizábamos. Rastreamos el teléfono de mamá, gracias a Carlos, ya que está fuera de servicio hace dos días, y su última llamada fue aquí.

¿Y si está con Amina?

—Jurame que la vas a matar—Jessica levanta la mirada hacia mí. —Te dejé esta misión a ti porque lo pediste tanto, pero si me entero de que tuviste piedad con esa maldita y la dejaste vivir, tú ya no serás más mi heredero.

Alzo mi mentón, observándola. Sé qué la idea de que mamá esté con Amina, le carcome la cabeza, pero ella habla en serio y sus ojos lo demuestran.

—Sin piedad—Aseguro.

Aterrizamos. Y la voz de Amina comienza a sonar más clara, solo necesito seguirla. Las puertas se abren, diez tropas de cuarenta hombres cada una nos esperaban en la pista de aterrizaje, bajo el sol abrazador. Jessica baja, saludando a los Alfas encargados de esta zona.

Cierro los ojos, sosteniendo el trozo de chaqueta de Amina que mamá tenía escondida en su armario, y comienza a rastrearla.

New Orleans tenía más territorio que mostraban los mapas, más pantanos que los que creían sus habitantes, dentro y fuera del límite.

Una imagen se destella en el fondo negro, una base antigua de la Alianza, en ruinas, y cubierta de moho. 19… Los dos últimos números están deteriorados y no logro descifrar la fecha de su construcción.

—Cyprian—Jessica llega a mi lado, tomándome del hombro. —Iré en busca de más túneles de Rhea, haremos un recorrido por todo el límite. Me llamas si ocurre algo, 10 tropas son para ti. Recuerda que apenas se ponga el sol, regresas al castillo.

Me da la espalda, pero se detiene al dar un paso, y se voltea nuevamente.

—¿Alguna señal de tu madre?—Su tono suena sombrío.

—Está fuera del mapa aún—Repito.

Asiente, y sube a los autos blindados. Eso significaba una sola cosa, que se encontraba dentro de los territorios del límite o que esté en un lugar que anule cualquier energía. Me acerco a los Alfas a cargo, ellos hacen una reverencia frente a mí antes de saludarme.

—Necesito actas de antiguas bases de la Alianza, desde 1900 ¿Las tienen?—Pregunto.

El rubio asiente.

El castillo del norte de América era bastante grande comparado con los demás alrededor, pero minúsculo comparado con el de Francia, sin embargo cuenta con la misma protección.

Reviso las actas una por una en el despacho de los Alfas Favre, mientras me traen más carpetas. En mi mano, sostengo la piedra negra, en forma de dije, que cuelga de la cadena de palta. La piedra es ovalada, y en centro tiene su rostro tallado, el rostro de Leah.

Es ónix negro.

Mis dedos están rojos y heridos, como si tuviera una bola de lava en mis manos, sin embargo el dolor se está volviendo soportable a medida que juego con la piedra entre mis dedos, ya no se me paraliza la mano.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora