CAPÍTULO 46

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LA GUERRA ESTA COMENZANDO

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DIANA AYLEEN

Los colores de un funeral de la alianza son el azul mar y el dorado. Yo vestía un vestido del primer color, y mi velo era de seda dorada. Jessica vestía un traje azul bastante oscuro, y tiene las insignias de Alfa Suprema hechas de oro.

Yo le acomodo la última en el lado derecho de su saco, mientras ella esta sentada en la cama. Esta era la más importante, es de Alfa Gabriel, era un sol con su emblema en el centro: "Unión y honor". Me hubiera gustado conocerlo, Nara habla tan bien de él en su crónica, lo llamaba "Mi valiente y honorable alma gemela".

—Te ves tan preciosa con los colores de la Alianza. —Jessica suelta.

Suelto un suspiro.

—Amo el dorado, pero el azul...—Hago una mueca de desagrado.

—Entonces, lo cambio—Afirma. —¿Qué te parece rojo y dorado? —la miro, ceñuda. —Rojo y dorado están destinados a estar juntos. Pero rojo se rehúsa a admitir que le encanta dorado.

Alzo mi ceja izquierda, entendiendo a donde va su conversación. Parece que la siesta la animo, porque ya se me está insinuando otra vez.

—Porque dorado es demasiado egocéntrico, mentiroso, mujeriego, promete que va a cambiar y nunca lo hace y se cree dueño de todos los colores, sobre todo de rojo.

—Rojo es suyo. —Asegura, encogiéndose de hombros. —Por toda la eternidad, aunque rojo intente estar con otros colores, siempre será de Dorado. —Toma mi cintura, atrayéndome más a ella. —Y van a crear una decena de combinaciones juntos: Rorado, Dorajo...

Niego con la cabeza, mientras suelto una pequeña risa, divertida.

—Veremos como dorado se comporta primero—Le digo.

La puerta se abre, y Jessica transforma su mirada en un amarillo potente y enojado, mirando.

—¿Por qué no tocan?—Regaña a sus guardias.

—Lo siento, Alfa—Dice uno, haciendo una reverencia. —Pero el Príncipe...

Cyprian entra sin permiso, ya vestido para el funeral. Su rostro estaba pálido, sin embargo, el alrededor de sus ojos se mantienen en su color habitual, entonces ya no lloró más. Me acerco a él, y acarició su mejilla.

—¿Cómo te sientes?—Le pregunto.

—Mejor—Responde con una pizca de frialdad.

Relamí mis labios. Jessica y él se miran, se dan un abrazo corto, pero sé que significo mucho para ambos. Noto que Cy le susurra algo al oído, a lo que Jessica asiente, y tiempo después ambos me miran.

—Mamá, quisiera hablar a solas con Jessica antes de la ceremonia—Suelta.

—¿Sobre qué?—No lo pude evitar.

Pero solo había una respuesta: Amina. Amina. Amina. Los mellizos se revuelven inquietos en mi pancita, los acaricio con disimulo, en un banal intento de calmarlos. Pero quien tenía el corazón acelerado, era yo. Cy lleva su mirada hacia ellos. Cuando se acerca, esboza una pequeña sonrisa.

—¿Por qué no vas a descansar a la mansión?—Pregunta. —Lili puede aparecer.

—¿No confías en mí?

Nos miramos fijamente, su puro celeste ahora era un azul tormentoso.

—No cuando se trata de ella.

Levanto mi mentón, los ojos me arden. Yo sé, no debo interferir en sus planes de venganza. Esto ya está fuera de mis manos. Amina sabía las consecuencias de sus acciones, pero... sigue siendo la madre de mis hijos.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora