CAPÍTULO 5

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AMINA BELANGER

Entro al subterráneo deprisa, mientras tenía mi teléfono pegado en la oreja. Kata, la hibrida, asoma su cabeza al ver y empieza a aullar.

—Shhh—Le digo. —Volveré por ustedes, lo juro, pero ahora deben mantenerse callados.

Cierro la pesada puerta del círculo de pelea, esta tiene un seguro muy fuerte y es anti bombas, así que estarán seguros. Tomo de las armas de caza que quedan en el lugar, y la cuelgo en mi hombro.

—Contesta el puto teléfono, Atlas—Exclamo exasperada.

Como si me hubiera oído, la llamada le entra.

—Acabo de asaltar el hospital, había una colecta para pacientes en estado crítico, los dejé vacíos— Festeja. —Hoy papá se dará un baño de sangre.

Llego al ala norte, y saco la llave del cuarto de Giselle.

—No vayas a la cabaña—Dije.

—Ya voy llegando ¿Qué pasa?

—Da la vuelta, la elite explotó la casa.

Cuando abro la puerta, Giselle luchaba por no caer inconsciente, sus labios estaban morados.

—Vamos por Alexa.

—Atlas, son muchos y la mayoría son brujos.—Escucho como frena y comienza a ir en reversa.—¿Atlas? ¿Hermano, estás bien?

—¡Veamos si me atrapan en el infierno las perras de la Alfa Suprema! ¡Ah, ja, ja!—Grita, como desquiciado, a todo pulmón mientras acelera.—Anda al norte, te estaré esperando en la carretera.

Corta la llamada.

—¿Ya es mañana?—Me susurra Giselle.

Rompo sus cadenas.

—Camina—Le ordeno. — O te dejo para que la alianza te mate.

Intenta levantarse, pero sus piernas le fallan. Maldigo a mis adentros, y sin más remedio, la tomo en mis brazos.

—Tienes suerte de que me sirves todavía—Mascullo.

Salgo del subterráneo, y los soldados cada vez están más cerca. Comienzo a correr hacia la dirección que Atlas me dijo. Volteo para verlos después de unos metros, unos entran al subterráneo y otros siguen a mi dirección

—Pero ¿Y el señor sol? ¿Dónde está?—Cuestiona Giselle.

Eso lo escuchan tres soldados.

—¡Ahí está la traidora!

Mire a Giselle y ella me sonríe con inocencia. La falta de oxígeno parece le fundió el cerebro. La dejo caer al suelo con brusquedad y ella suelta un quejido tan agudo que estoy segura de que escucharon solo los perros.

—Venga por la traidora—Susurro.

Tomo con firmeza el arma, y le pego un tiro a todo lo que se mueva, llevándome a más de cinco de ellos en menos de un minuto. Giselle se echa a correr con torpeza, y la sigo, sin dejar disparar.

El tiroteo llama a más de la elite, brujos que hace todo lo posible por inhabilitar mi camino, la hierva quiere enredarse en mis pies, el viento me ataca con ferocidad haciendo que pierda de visión de ellos.

Una gota de sangre cae de mi nariz, y mi cabeza se sintió como si se contrajera. Estaban tratando de dejarme inconsciente. Aprieto mis ojos, adolorida.

Sin embargo, ese dolor desaparece de repente. Una enorme y larga sombra negra, cae de los árboles y golpea bruscamente a los brujos, solo los ataca ellos.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora