CAPÍTULO 20

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BATALLA POR UN REINO PROSPERO

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DIANA AYLEEN

Estoy frente a la mesa ovalada, mirando la maqueta a escala de la isla, estoy completamente sola en la oscuridad de la madrugada. Acarició mi brazo izquierdo, donde la aguja dejó su marca, antes de tomar un sorbo del vaso con sangre que me entregó Amina para que recuperar las fuerzas.

Falta poco para embarcarnos en la misión, los barcos están en el puerto y las tropas listas. Más parecía que la única que no estaba preparada era yo. Un nudo rebelde se había instalado en mi garganta desde el día de ayer y por más que le rezo a la Diosa, no desaparece.

La posibilidad de derramar sangre de inocentes es poca, pero la hay y dar marcha atrás sería lo más sensato, porque mi corazón… mi débil corazón me ruega que no sea como los que llevan mi misma sangre, despiadados y crueles Eckvan.

Pero no quiero. Sé que mientras John respire, yo no lo podré hacer en paz. El nudo en la garganta desaparecerá cuando la vida deje el cuerpo del brujo.

Las puertas detrás de mí se abren, y una sonrisa aparece en mi rostro de inmediato al ver que se trata de mi hijo. Me volteo hacia él, manteniendo mi felicidad.

—Está hecho— Me asegura con seriedad. —Nos esperan en el salón.

Dejo de sonreír.

—No cambiaré mi decisión, aun así me hables con el tono más seco e hiriente del mundo. —Espeto tranquila.

—Pero…

— Pero nada, Cyprian— Dije. — Yo sé que tú sabes pelear mejor que nadie, y que lo que está en juego también te pertenece, pero John sabe como lastimarme y no le daré la ventaja de llevarte conmigo.

—No quiero quedarme aquí haciendo nada.

Fruncí el ceño.

—¿Haciendo nada?— Cuestiono. —Tú evitarás que Jessica haga una locura. Y que la Diosa Luna se apiade de Carlos, porque será él quien los contenga a ambos de que no tomen una balsa y vayan remando por mí al milisegundo de que zarpe mi barco.

Mantiene una expresión fría, pero con un pequeño puchero que trata de ocultar. Tomo su mejilla, para lograr que me mire, sus ojos de un celeste puro me miran con un brillo de miedo.

—No quiero perderte otra vez, mamá— Confiesa.

Mi pecho se oprime demasiado, que dejo de respirar, mi intento de una sonrisa es fatal, pero mantengo la mueca. Al ver su rostro, siento un enorme vacío en mi estómago.

Mi chico consentido

—Ni yo a ti— Le aseguro. —Y es por eso que debo hacer esto y sola, para darte el futuro que te mereces: prospero y sin miedo.

—Te doy cinco horas para que vuelvas o iré por ti, nadando si es necesario.

Alzo una ceja.

—¿Ya estás dando órdenes, jovencito?—Pregunto divertida. —Te recuerdo que aunque seas el heredero de las dos más grandes naciones del mundo, no me puedes ordenar cosas a mí porque eres mi hijo. Ni tu madre pudo y es la Alfa Suprema.

—Yo solo decía—Susurra.

Niego con la cabeza, y voy a ponerme mi abrigo, es negro con detalles florales de piedras verdes e hilos de plata en los seis botones delanteros, cuello y mangas, también le añadí el cinturón para llevar la daga que Jessica me había dado.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora