CAPÍTULO 38

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SECRETOS

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DIANA AYLEEN

—No lo diviso, Alfa, debe estar bloqueando nuestra magia—Le exclama un brujo de la Alianza a Jessica. —Necesitamos un poco más de su sangre.

Ella saca de su bolsillo un gotero y deposita dos gotas sobre el mapa.

Nos encontrábamos en una mansión de Versalles, Siete brujos están esparcidos por la sala con mapas de los con siete continentes. Y otros diez buscan a mi hijo en visiones. Mi corazón late dolorosamente débil, y camino de un lado a otro. Cereh y Mastri lo buscan en planos dentro del límite. Sin embargo, es una tarea complicada.

—Diana—Giselle me toma de los hombros y me extiende un vaso de agua. —Debes calmarte, por favor, no es bueno para los bebés.

Niego la cabeza, cuando me ofrece el vaso. Tomo en entre mis dedos el collar que Cyprian me había regalado en mi cumpleaños, para intentar respirar de forma correcta.

—No me perdonaré jamás si mi niño cae en las manos de Rhea— Murmuro, en un hilo de voz.—Lleva horas perdido.

La puerta principal suena, y corro de inmediato hacia ella, a pesar de las protestas de Giselle. Mi sonrisa se borra al ver a Amina, Atlas y Nik en el lobby. Solo ellos.

—Recorrimos todo el bosque.—Me explica Amina. —No hay rastro de él.

Siento como si me dieran un golpe en el pecho, mis ojos arden y bajo la mirada a mis pies.

—Seguiré buscando con los brujos—Nik pasa por mi costado derecho, acariciando mi hombro.

—Diana...—Amina eleva sus manos hacia mí.

—No me toques—Exclamo, alejándola de mí. Su ceño se frunce, la dejo con la palabra en la boca y vuelvo al salón.

Nik se encuentra buscándolo sin una gota de su sangre, él tiene un vínculo con mi hijo, y depósito todo mi confianza en él. Andras y Lili vuelven de su vuelo nocturno, y casi puedo jurar que ellas también lo buscaban, sin éxito.

Me dirige a la otra habitación, al ser esta una casa de la Alianza, era infaltable un templo a la Diosa Luna. En el punto más alto de la pared, una ventana redonda me mostraba la luna llena, a sus lados, dos lunas oro menguante y creciente.

Debajo de ella, justo donde su luz tocaba, había un banco de oraciones de almohadas azules. Me inclino con suavidad, y pongo mis codos en el pasamanos, y extiendo mis manos para tocar sus rayos.

Y la miro.

—Diosa Luna—Susurro. —Te pido que mantengas a mi hijo sano y salvo y concedeme el tenerlo de nuevo conmigo. Por favor, cuida de los tres, por favor, no permitas que nadie me los arrebaten. —Solloce, y un nudo en la garganta me obliga a hacer una pausa. —Devuélveme a mi Cyprian, y te juro que cada hijo mío será un ser bueno y justo y reinara con el corazón y no con la espada.

Lleve mis manos, con luz de luna a mi pecho y la rocío en mí la zona de mi corazón, como mamá me enseñó a rezar. Dejo soltar un suspiro, sintiéndome un poco más calmada. Sé que ella no me defraudara.

—Madre e hijo víboras se arrastraron hacia aquí para inyectar su veneno—Giselle llega a susurrarme en el oído.

Fruncí el ceño, y volteo a ver al salón, Ravena y Carlos estaban ahí, junta a una chica pelinegra de mirada curiosa, abrazo a Jessica y ella la aparta con una clara incomodidad.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora