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Martes y sigo sin poder salir de la cama.

Me duele todo, me voy a morir en cualquier momento.

Creo que puedo soportar cualquier malestar, menos el de la gripe. Es horrible.

Y creo que después de todo, la familia solo espera verme recuperada para luego despedirme.

¿Por qué todo lo relaciono con despedirme?

Maldigo cuando tocan la puerta, y aunque me niego a que pasen, Lupe pasa igual. Y trae consigo una bandeja de comida.

—Justo hoy te tenías que enfermar. —se ríe.— Te traje comida, acábatelo todo.

—¿Por qué estás vestida tan elegante?

—La señora quiere que vayamos al teatro. Todos vamos. Bueno, no sé si Ruggero vaya, no contesta el teléfono.

—Ah bueno, me quedo sola entonces.

—Pero puedes llamar si necesitas algo. —asegura.— Cualquier cosa.

—Permiso, ¿Se puede?

Vemos a Antonella entrar y me acomodo en la cama antes de saludarla. Ella me sonríe.

—¿Cómo te sientes ahora?

—Mucho mejor. —aseguro.— Me sigo sintiendo mal pero a comparación de ayer, pues me siento mucho mejor.

—Que bueno, preciosa. —musita viendo hacia la puerta.— Nosotros nos vamos ya, pero si quieres que te traigamos algo, me llamas con toda la confianza del mundo.

—Muchas gracias.

—Cuídate, no salgas de la cama para que te recuperes pronto.

—Es lo que quiero, me siento mal de estar enferma, merezco que me descuenten estos días.

—No digas eso, a todos nos pasa. —asegura.— Tú solo descansa.

Asiento, ella me pide que me coma todo y finalmente abandona la habitación. Lupe deja la comida en la cama antes de desearme que me mejore y marcharse de la habitación.

Suspiro profundo.

Me duele la cabeza.

Odio enfermarme de gripe. Lo odio.

Con esfuerzo me como todo y me levanto a cepillarme los dientes.

Me tomo mis pastillas y dejo los platos sucios sobre la bandeja. Después los bajo.

Me fijo en la hora. Van a ser las siete.

Genial.

Pongo una película que intento ver completa. Es decir, sin dormirme o usar el teléfono.

Pero fallo en el momento en el que me llega un mensaje de mamá preguntando cómo estoy.

Y por supuesto, me permito hacer drama mientras le pregunto cuándo va a volver.

Me decepciona leer que dentro de una semana.

¿Cómo se atreven a abandonarme así?

Después de una larga conversación con mamá, decido bajar la bandeja a la cocina y aprovechar que no hay nadie reprochando que estoy levantada para lavar los platos que usé.

Y mientras estoy bebiendo un poco de jugo de naranja tibio, escucho una puerta cerrarse. De inmediato abandono la cocina.

Ruggero atraviesa el pasillo soltando un suspiro, carraspeo llamando su atención.

—¿Qué haces levantada?

—¿Tú qué haces aquí? —contesto con una pregunta.— ¿No fuiste al teatro con tu familia?

Angel Of My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora