Antonella ha vuelto a casa.
Y estoy feliz por ella porque después de tres días en el hospital, ya me estaba aburriendo y preocupando.
Pero al final, todo salió bien y ya estamos de vuelta en casa.
Y lo más emocionante es verla emocionada a ella porque oficialmente, ha hecho las paces con su hijo.
Ruggero se ha disculpado.
Aún tiene una conversación pendiente con su marido, pero todo con sus hijos está bien. Y ese es un gran avance.
—El ambiente en la casa se siente distinto.
El comentario de Lupe me hace mirarle. Sonrío.
—Lo sé, aún hay tensión por el problema sin resolver entre Bruno y Antonella, pero sí que se siente diferente.
—Me alegra mucho por ambos.
Asiento a su favor. Me alegra mucho que ellos estén bien. Sin embargo, quisiera saber por qué el matrimonio sigue distanciado.
No entiendo nada.
Es evidente que esto va mucho más allá de su molestia porque Anto huyó el día de la operación. Y sé que eso estuvo terrible.
Pero no considero que sea razón suficiente para que duren tanto molestos.
Quiero saber el chisme, no me puedo quedar así.
—Y listo.
Me seco las manos mientras señalo todos los platos recién lavados, ella le agradece y le sugiero que vaya a dormir. Se siente mal y trabajar tanto debe cansarla más.
Le deseo buenas noches y la mando a dormir. No me muevo hasta verla desaparecer por completo de la cocina.
Solo entonces, apago todas las luces y subo a mi habitación. Todo está en orden.
Puedo dormir en paz.
Tarareo la canción que no he sacado de mi mente desde ayer mientras camino por el pasillo de mi habitación.
Pero de pronto, suelto un gritito cuando me toman de la mano obligándome a entrar a la habitación.
—¡¿Qué mierda?!
—No grites, mujer.
La voz de Ruggero llama mi atención, maldigo estirando mi mano para encender las luces.
¿Y ahora qué quiere?
Están sucediendo muchas cosas ahora mismo.
Y él se atreve a arrastrarme a su oficina así. Está loco.
—¿Qué quieres ahora?
—Hablé con mi mamá. Le pedí perdón y ahora todo está bien entre nosotros. —dice sentándose en su silla.— Cumplí mi parte del trato, toca la tuya.
—¿Yo hice un trato contigo?
—Dijiste que hablarías conmigo.
Okey. Me rindo.
Me acerco al escritorio y apoyo mi cadera en este mientras me cruzo de brazos y susurro que escucharé.
Él se ríe.
—No sé qué quiero decir en realidad. —admite abriendo el cajón.— Pero sí tengo algo para ti.
Saca una pequeña cajita de terciopelo que curiosa miro mientras la abre y me muestra un hermoso anillo.
Llevo mis manos a mi pecho.
—Ruggero, ¿Ese es...?
—Un anillo, para ti. —se ríe.— Ya sé que es un regalo muy cliché, pero no sabía qué podría gustarte.
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Angel Of My Dreams
FanficY entonces llega un momento en el que simplemente entiendes que el amor no fue hecho para la vida real.