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Meses después.

—Feliz cumpleaños, bonita.

Me río cuando me tapan los ojos, pongo mis manos sobre las suyas y cuando reconozco el anillo que yo le dí, tengo que reír.

Y es justo por esto que amo venir a trabajar en mi cumpleaños.

Aunque estuve dos días llorando porque no iba a tener un día perfecto según yo.

Ahora creo que comienzo a cambiar de idea.

—Gracias, mi amor.

—Por fin veinticinco.

Charlie se pone frente a mí y me extiende un chocolate antes de tomar mi mano y besarla. Sonrío.

—Mi edad soñada. —bromeo.— Ay, ahora estoy amando cumplir años.

Me estiro y beso sus labios. Él sonríe mientras reparte besos por mi rostro.

Según él, odia dejar de parecer un hombre rudo. Y aquí está, besándome en pleno pasillo.

Contradicción es su segundo nombre.

—Te tengo una sorpresa para la hora del almuerzo. —me dice. Sonrío.— No te distraigas y ven directo a la zona de descanso.

Asiento, dejo un último beso en sus labios y le susurro que nos veremos después antes de seguir con mi camino.

Yo estaba haciendo algo importante antes de la interrupción.

—Desde que ustedes andan, el ambiente pasó de ser pesado, a estúpidamente romántico.

La confesión de Nadia me hace reír mientras dejo los frascos en su lugar y busco mis guantes.

Odio tener que sacar sangre a niños porque se mueven mucho y si ellos lloran, yo lloro más. Pero es parte del trabajo.

—Los odio.

—Nos amas. —concluyo tomando el registro.

Llamo al primer paciente e intento ser lo más amable y cordial que puedo para ganarme su confianza. Está asustado, pero intenta mantenerse firme. Y eso me resulta tierno.

Encontrar su vena no resulta difícil, y el proceso de sacarle sangre, tampoco.

Dejo las muestras en su lugar mientras llamo al siguiente paciente y deshecho todo lo que acabo de usar.

Me tocó pasar mi cumpleaños sacando sangre, pero no me quejo.

Estoy feliz.

Mi vida es feliz desde hacia dos meses que Charlie y yo comenzamos a salir. Pero en plan novios.

Exactamente, el catorce de septiembre.

Es que Charlie lo tiene claro, no busca perder el tiempo. Y yo lo tomé como una señal.

Por dos sencillas razones.

Yo tampoco pienso perder el tiempo. No esta vez.

Y, siempre he deseado que mi vida se establezca a los veinticinco. Esto incluye, casarme, tener hijos y formar un hogar.

Angel Of My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora