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Ruggero P.

—Así está bien, gracias, Kerly.

La mujer asiente sentándose a su lado, le sonrío mientras Isabel le entrega a mamá unos regalos que le tejió ella misma. 

Está más que claro que Isa es ya de la familia. No sé qué tan en serio vaya con mi hermano.

Pero nosotros, ya la recibimos en esta familia como parte de ella. Sobre todo mamá, para ella es su hija más que su nuera.

—Papá está con Lupe, están acomodando todo para tu llegada a casa. —explica Leonardo.— Es probable que hoy o mañana te manden a casa.

—Por fin. —suspira mamá.— Detesto estar aquí.

—Bueno, pero se acabó. —concluyo.— Por fin. No fue el camino que había elegido, pero se terminó.

Asiente sonriente. Asegurando que es lo que esperaba, que todo salga bien y que la tortura se acabe por fin.

Y es que, después de esto, sus chequeos serán rutinarios y ya no traumatizantes para toda la familia.

—¿Te vas a quedar definitivamente con nosotros? Ya sabes que no pienso abandonar este país hasta que Leonardo se gradúe.

—Me voy a quedar. —cedo causando que su sonrisa se expanda.— Y va a ser indefinidamente. No prometo que sea hasta que Leo se gradué, pero si me voy a quedar por ahora.

—Que bueno, hijo. Ya estábamos preocupados por ti. Esto de tenerte en Italia y que seas tan silencioso, se nos hacía sospechoso.

—A diario creía que algo malo te había pasado. —explica mi hermano. Me río.— Yo creo que ya deberías darle un nieto para que tenga alguien por quién pensar y te deje en paz.

—Dáselo tú. Tienes más probabilidades.

Isabel se sonroja visiblemente y me río.

Tan tiernos. En serio piensan que nadie sospecha que ellos ya han tenido mucho que ver.

Pero es normal en las parejas.

—Yo quiero nietos de ambos. —advierte mamá.— Muchos.

—Pues de mi lado... —alargo viendo mi teléfono.— Escucha, mamá, tengo que ir a solucionar un asunto de trabajo con Landon. Pero vendré tan pronto me desocupe, ¿Si?

—Okey, cuídate mucho. Y avísame si vas a ir a casa para decirle a Lupe que prepare tu habitación.

—No es necesario. Me voy a quedar con Agustín temporalmente.

—Por cierto, tienes que invitarlo a cenar un día para agradecerle por su apoyo. —musita y sonrío.— Y a Maxi también, tienes amigos muy buenos.

—Lo haré. —aseguro besando su frente.— Descansa, mamá.

Me despido de Isabel, mi hermano y de Kerly.

Y mientras camino hacia la puerta para marcharme, esta se abre dejando ver a la persona que menos esperaba. Aprieto los dientes evadiendo mi mirada.

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