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Nada más humillante que soñar con lo que deseas que pase pero evidentemente no va a pasar.

Y es mucho más humillante el tener que volver a casa después de saber que nadie vino a buscarnos. Nadie.

Pero de verdad, nadie.

Y de hecho, cuando llegamos a casa, Lupe nos dijo que todos se habían ido a trabajar y estudiar respectivamente. Y que no habían vuelto a mencionar nuestra ausencia después de una conversación que tuvieron entre los tres.

Antonella no está nada arrepentida. Disfrutó mucho el viaje y ha asegurado que lo volvería a hacer. Yo en cambio, quiero llorar como si hubiese cometido un delito.

Quizá sea por el sueño repetitivo en el que Ruggero va por nosotras a la isla y me besa.

Bien traumada yo.

—¿Quieren comer algo? Deben estar cansadas.

—Iremos al doctor. —admite Antonella.— Me voy a operar.

Lupe le sonríe satisfecha con la pregunta, mi sonrisa tiembla.

Me costó convencerla de volver, y me costó aún más que acepte operarse. Así que si, ahora mismo, iremos al doctor y vamos a reprogramar la cita médica.

Espero que todo salga bien.

Después de instalarnos, abandonamos la casa y vamos al doctor.

Evidentemente, Antonella recibe una regañada por parte de su ginecólogo quien le asegura que este chiste pudo cortarle todo su progreso.

Ella se muestra arrepentida por lo que hizo, y cuando la manda a repetir los exámenes. Aún más.

Pasamos toda la tarde repitiendo todos los exámenes y sacando una nueva cita médica.

Y cuando volvemos, nos encontramos con Leonardo que ha vuelto. Él nos mira, se mantiene en silencio y aprieto los labios viendo a Antonella.

—¿No vas a decir nada? ¿Tú también vas a aplicarme la ley del hielo como tú papá y tu hermano?

—Por supuesto que no, mamá. —le dice de inmediato.— Pero eres una inconsciente.

—Es que ustedes no entienden nada.

Sonrío a medias mientras Leonardo abraza a su madre y le asegura que ha desatado un disgusto muy grande con su familia.

Antonella le asegura que no le importa en absoluto y finalmente comienza a contarle de nuestro viaje.

Voy a la cocina para ayudar a Lupe y ponerme al día. Pero por supuesto, las noticias no son buenas.

Nada buenas.

Me cuenta que Ruggero está lo siguiente de molesto, que ha asegurado que no va a opinar nunca más respecto a su madre y que ahora va a dejar que haga lo que quiera.

Y Bruno está molesto, pero sobre todo, dolido.

Porque se ha enterado que la persona que nos llevó es el ex novio de su mujer. Y eso por supuesto, le ha puesto celoso.

No puedo evitar pensar en que es raro ver que a su edad, se siga poniendo celoso. Ahora entiendo que es cierto que se siguen amando con la misma intensidad.

Para la hora de la cena, Bruno y Ruggero llegan. Ninguno saluda a Antonella, y de hecho, creo que Bruno responde mi saludo por pura cordialidad.

Algo que Ruggero por supuesto no hace.

En la cena, el ambiente es tenso a más no poder. Nadie habla, todos miran sus platos y felicitan a Lupe cuando se levantan para abandonar la mesa.

Ah bueno...

Angel Of My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora