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—Que aburrido es esto.

Me río mientras Antonella se acomoda y yo termino de inyectarle la medicina a su suero.

Creo que hoy festejé como nadie después de saber que Antonella necesitaba que haga algo de enfermera. Y no solo de su acompañante.

La única condición que me puso, es que no le diga nada a sus hijos acerca de que tuvo que ponerse el suero.

—En dos horas, puede ser feliz. —le digo causando su risa.— Y sobre la operación...

—Voy a tomar el camino largo.

—¿Y cuál es ese?

—Los tratamientos, la medicina y las dietas. —enumera.— Y después, del cumpleaños de Ruggero, me pienso operar.

—¿Y cuándo es el cumpleaños de Ruggero?

—En tres meses.

Asiento. Me parece un tiempo considerable.

Y lindo.

Porque, espera pasar el cumpleaños de su hijo y así. Todo muy lindo.

—¿Por qué te noto un poco triste?

Su pregunta me hace reír mientras niego.

—No quiero hablar o voy a llorar.

Me doy aire con la mano.

—¿Qué pasa, preciosa?

—Hoy se cumplen tres años exactos de la desaparición de Abraham.

—Oh, cariño...

Extiende su mano hacia mí, la tomo y sonrío sintiendo como mis labios tiemblan. Estoy a dos segundos de echarme a llorar.

Y me siento aún más sentimental porque Lupe se fue a visitar a un familiar que tiene aquí y está aprovechando su día libre.

No tenía con quien desahogarme.

Y me siento mal.

—¿No necesitas salir o algo?

—No, no. —niego de inmediato.— Si salgo, buscaré la manera de recordarlo y sé que mi familia odia verme así.

—¿En dónde están tú mamá y tu hermano ahora mismo?

—De viaje. De nuevo. —me quejo.— Cuando Mauricio se graduó, consiguió trabajo en la empresa en la que mamá trabaja. Es que hizo las pasantías ahí.

Asiente entendiendo, suspiro profundo.

Lo único malo es que ambos se la pasan viajando.

Nunca a los mismos lugares. Pero si viajan en las mismas fechas.

—Antes lo odiaba porque me quedaba sola en casa mientras viajaban. Pero ahora que estoy aquí, no se me hace tan malo.

Ella se ríe, yo me acomodo a su lado en la cama.

—El hecho es que, me siento peor que ayer.

—Bruno y yo íbamos a salir a cenar. Pero si te sientes mal...

—Por supuesto que tienen que ir a cenar. —arqueo las cejas.— Es más, vamos a buscar un precioso atuendo para que se ponga y lo luzca en la cena.

—No es necesario, bonita.

—Lo es, me ayudará a distraer mi mente.

Ella accede rendida y yo rebusco en su armario algo lindo para esta noche.

Al final, escogemos un conjunto negro con rojo muy lindo junto con unos tacones negros que definitivamente le quedan muy bien.

Que bonita se va a ver.

Angel Of My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora