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Después de tres días en este lugar, he perdido la esperanza de ser encontrada. Y bueno, tampoco es que me interese la verdad.

Ya me acostumbré aquí. Es un precioso lugar. 

Me deshago de la toalla que tenía en la cabeza y busco mi cepillo para comenzar a desenredarme el cabello.

Antonella quiso quedarse todavía en la playa y yo me adelanté para bañarme. Me sentía muy sudada.

Pero es normal, al estar en un lugar muy cálido.

Antonella entra a la habitación mientras estoy poniéndome las sandalias, le sonrío y ella me dice que iremos a comer al restaurante de siempre. Asiento buscando una pinza para mi cabello.

Cómo de costumbre, vamos a comer al restaurante junto al hotel, hay comida deliciosa aquí. Y no me molesta probarlo todo.

—¿Cuando vamos a volver?

Por fin me atrevo a hacer la pregunta después de tantos días lejos. Ella suspira.

—No quiero volver todavía.

—Pero...

—Aquí tienes. —cambia de tema y me devuelve el teléfono.— Está cargado.

—¿No teme que le diga a sus hijos en dónde está?

Niega asegurando que le da igual y me río por lo bajo mientras desbloqueo mi teléfono y me dedico a revisarlo.

Tengo mensajes de todo el mundo. Hasta de Ashley que está pidiéndome que le diga ya en dónde estoy porque todo aquí es un caos. Y la pobre Lupe tuvo que recibir la regañada de Ruggero.

Tonto.

Después de pensarlo un poco, finalmente decido responder los mensajes del menos al más importante.

Es decir, el último al que escribo, es a Ruggero. Y mi mensaje es simple;

No sé en qué parte del mundo está la Isla Mauricio, pero tú mamá nos trajo aquí. Haz algo.

Bloqueo el teléfono y lo dejo sobre la mesa antes de continuar comiendo.

Las respuestas no tardan en llegar, Antonella se ríe asegurando que todos deben estarse volviendo locos. Y eso es más que obvio.

Pero no leo ningún mensaje. Tengo miedo de ser regañada.

Cómo si la idea hubiese sido mía.

Cuando volvemos al hotel, Antonella decide que irá a tomar un baño y yo me acuesto a revisar las respuestas.

Le aseguro a mi mamá que estoy bien. Que me estoy divirtiendo y que estoy consciente de que he cometido un error al venir y no poner las resistencia y llevarme a Antonella a casa.

Les respondo a mis amigas y también a Agustín que asegura que la situación es demasiado divertida bajo su perspectiva. Pero qué Ruggero está realmente furioso y debería tener eso en cuenta.

Y sorpresa, lo tengo en cuenta desde que puse un pie fuera de casa.

Y de eso hace cuatro días.

Finalmente, y temblando del miedo, abro el mensaje de Ruggero. Pero su respuesta es un simple;

Ok.

Maldito.

Me muerdo la lengua y dejo el teléfono a un lado.

Reconozco que quien sea que venga por Antonella va a tardar mucho así que no le doy más vueltas al asunto y decido googlear en qué parte del mundo estamos.

Angel Of My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora