CAPITULO 14 ESTA SOY YO
—La transformación ha concluido — susurró.
— ¡Dios mío, soy un genio! Estoy... emocionada — dijo limpiándose una lágrima imaginaria —. ¡Mañana en el instituto los chicos babearán por donde pises! ¡Estás increíble!
— Alice, no te pases, los milagros no existen.
— Ah, ¿no? ¿Y por qué no te miras en el espejo y lo ves por ti misma?
Me giré para observarme en el espejo de mi armario sin muchos ánimos. Aunque cuando me vi no di crédito.
El reflejo me mostraba una chica a la que no conocía. Para empezar el pelo mantenía las ondas suaves hasta la mitad de la espalda que me hicieron ayer y el color marrón rojizo brillaba. Sus ojos marrones se veían con mucha más fuerza sin esas pesadas gafas, además de estar maquillados levemente en tonos beige y rosados. Los enmarcaban unas gruesas pestañas que no sabía que poseía. Los labios parecían más rellenos y suaves cubiertos por una ligera capa de brillo rosado. El rubor era parte de la casa, mío.
Y la ropa era tema aparte. La camiseta se ceñía a la perfección en mi cuerpo enseñando ligeramente mi escote. Un escote que no sabía que tenía, y que descubrí gracias a los sujetadores que me compró Alice. La falda vaquera me llegaba a la mitad del muslo, un poco corta para mi gusto, pero tampoco nada escandaloso. Tenía las piernas torneadas, un poco blancas, pero bien formadas. Y en mis pies tenía calzadas unas hermosas y peligrosas sandalias de cuña.
No lo pude evitar. Me acerqué aún más al espejo y me volví a mirar detenidamente.
Alice esperaba ansiosa una respuesta por mi parte.
— Bella, si no te gusta algo... lo podemos camb...
— ¡No! — la corté —, es solo... que no me reconozco, pero... creo que me gusta. Mucho.
— ¡Hi! — gritó mientras que se abalanzaba sobre mí para abrazarme.
— Eh, Alice, no hagas eso mientras lleve esto — dije señalando mis pies —. Puede haber un accidente — me reí.
— Oh, lo siento, lo siento. De todos modos ya te acostumbraras a llevarlas. Como todo, la práctica lleva a la perfección.
Cuando llegó mi madre pensó que le habían cambiado a su hija. Saltó y chilló junto con Alice mientras me miraban entusiasmadas. Le gustó mucho el cambio y se alegró de verme más contenta. Entonces aprovechó el momento.
— Hija, sólo quedan unos días para tu cumpleaños, ¿este año lo celebrarás verdad? — a mi no me gustaba celebrar mis cumpleaños, será que no tenía amigos para celebrar.
— ¡Mama! Sabes que no me gusta que me celebren. Y tampoco me gustan las sorpresas — dije mirando a Alice.
— Oh, venga, Bella. Podemos celebrarlo solo un poquito — dijo haciéndome un puchero.
— ¿Un poquito?
— ¿Sí? Te damos los regalos, nos comemos la tarta y nos vamos tú y yo a tomar algo. Venga, ¡será divertido! Por favor, ¡tengo ganas de conocer la noche de Phoenix! — dijo dando saltitos.
— Hija, te vendrá bien salir un poco. Además estas preciosa, tienes que lucirte — dijo mi madre —, podrías... conocer algún chico...— dijo riéndose mientras se marchaba con Phil.
Ese simple comentario me recordó a Cullen. No podía ni quería conocer a otros chicos. Yo ya había conocido al amor de mi vida pero lamentablemente no era correspondida y mucho peor, nunca lo sería. Alice notó mi cambio.
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La Noche que cambió mi vida (Finalizada)
RomanceLos personajes le pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoría y está registrada bajo derechos de autor, la copia y/o distribución de la misma sin mi permiso se consideraría plagio. Código de la historia 1203291387693 Bella es una chica tímid...