CAPITULO 34 CONFESIONES
Las clases pasaron lo más lentas posibles. Sólo quería salir y ver a Edward, que me cogiera de la mano y me besara y... Para, Bella. ¡Malditas hormonas!
Cuando la clase acabó ahí estaba mi dios heleno personal. ¡Ah, cómo me gustaba!
- Hola, preciosa - dijo cogiéndome la mano.
- Hola - no lo pide evitar y me ruboricé.
- Me encanta - dijo tocándome la mejilla con sus finos dedos.
Para entonces todos nos miraban. Bien, si había alguien que no supiera que estábamos juntos, ya lo sabría. Miró a los lados con esa sonrisa torcida y acto seguido me besó. No un beso suave e inocente. No. Todo lo contrario. Un beso pasional y urgente que de no haber estado en medio del instituto y con una veintena de alumnos alrededor nuestro no sé qué hubiera pasado.
Cuando nos apartamos para poder respirar miré a nuestro alrededor y, efectivamente, todos nos miraban y empezaron a cuchichear.
- ¡Chicos! - el vozarrón de Emmett rompió el momento -. Por Dios, esas demostraciones de amor tan efusivas en un centro escolar y lleno de adolescentes hormonados deberían estar prohibidas. Aquí hay menores - bromeó.
- Bueno, no creo que se vayan a asustar porque bese a mi novia - remarcó la palabra y lo dijo lo suficientemente alto para que los que estaban cerca lo oyeran. Y ahiiii vaaamos. Los pocos alumnos que aún no nos miraban se giraron en nuestra dirección con los ojos de par en par.
Salimos hacia el aparcamiento abrazados. Seguían mirándonos. De hecho, no nos quitaron ojo hasta que nos metimos en el coche y arrancamos.
- Edward, ¿qué ha sido eso?
- ¿El qué? - intentó hacerse el inocente.
- El numerito del pasillo - dije enarcando una ceja.
- Oh, bueno, quiero que todos sepan que eres mi novia - sonrió ampliamente.
- Creo que les había quedado claro al vernos llegar juntos de la mano.
- De todos modos quería asegurarme. No quiero que ningún chico te mire de la forma que te han estado mirando todos durante estas semanas - dijo muy serio.
- Y cómo han estado mirándome, ¿si se puede saber? - quería jugar un poquito.
- Bueno, ya sabes, con... ojos... libidinosos.
- ¿Con ojos libidinosos? - volví a subir la ceja.
- Sí, parecía que en cualquier momento se iban a tirar a tu cuello. ¡Me ponía enfermo! - frunció el ceño.
- Vaya. No sabía que llegaba a ese punto.
- Eres demasiado apetecible para tu propio bien, amor - sonreí como una estúpida -. ¿Qué? ¿De qué te ríes?
- Me... me gusta cuando me llamas amor - me sonrió tiernamente.
Llegamos a mi casa. Salimos del coche y nos sentamos en el porche. Charlie supuestamente no vendría hasta la noche, podríamos... Bella, contrólate. Edward notó mi dilema.
- ¿Qué te ocurre?
- No, estaba pensando que mi padre no viene hasta tarde, pero... nunca se sabe...- se echó a reír.
- Bella, me gustaría mucho estar un rato contigo...- se acercó y me besó suavemente -. Pero no quiero tener problemas con mi estrenado suegro, así que me conformo con estar un rato aquí contigo hablando.
- Vale - le di la mano y le llevé hasta el porche. Nos sentamos en las escaleras de la entrada -. En verdad quería preguntarte algo.
- Lo que quieras - dijo mientras jugaba con mis dedos.
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La Noche que cambió mi vida (Finalizada)
RomanceLos personajes le pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoría y está registrada bajo derechos de autor, la copia y/o distribución de la misma sin mi permiso se consideraría plagio. Código de la historia 1203291387693 Bella es una chica tímid...