CAPITULO 32 DECLARACIONES
Mi estado se podía definir en algo así como... tierra, trágame. Miré la cara de Rosalie, los ojos como platos... No, mejor tierra trágame y no me dejes salir. Ambos habíamos dejado de tocarnos y yo lentamente me bajé de su cuerpo y me tapé con la toalla.
- ¡Edward! - gritó Rose tapándose los ojos con su mano -. ¡Tapa tus miserias! - dijo señalando su entrepierna. Estaba completamente desnudo delante de su hermana. Y todavía excitado.
- Que pasa cariñ... ¡Oh cielo santo! - no, no, no, Emmett no -. ¡Edward! ¡Sacaste en la fiesta al pequeño Eddie! - dijo dando palmas. Colleja de Rose -. ¡Auch!
Ambos estaban de pie en el marco de la puerta mirando la escena atónitos y sin decir ni una palabra.
- Yo...- dijo mi amiga avergonzada -, yo... ¿por qué no echáis el pestillo?
- Rose - dijo Edward -. Podrías...- y le hizo señas para que se fueran.
- Oh, vamos cariño, Edward quiere terminar lo que no ha podido, dejémosle que meta el gol - dijo Emmett. Mi cara estaba roja no, lo siguiente.
- ¡Emmett! - grité.
- Qué son esos grit... oh Dios mío - vale, la frase de la mañana -. ¡Bella! Con razón anoche no te encontraba por ninguna parte, ¡me tenías preocupada! - chilló Alice.
- Chicos, por favor - empezó Edward -, ¿nos... podríais dejar que al menos... nos... vistamos? - tenía las mejillas sonrosadas, la situación era muy vergonzosa.
- Chicos, veeenga - la voz de Jasper, venga pasen y vean, si queréis damos entrada, pensé -. Dejadlos un poco de intimidad, vamos a desayunar - y les fue empujando hacia el pasillo -. Chicos, el desayuno estará en un rato - gritó Jasper desde la puerta.
Edward y yo nos miramos sin saber qué decir. En el fondo la situación había sido cómica así que comenzamos a reírnos fuertemente.
Hasta que bajé mi vista y vi que, a pesar de todo, Edward seguía excitado.
- ¡Edward! - dije señalándole. El miró hacia el bulto que se formaba en la sábana.
- Oh, bueno... ¡Qué le voy a hacer! - parecía avergonzado -. Soy un adolescente hormonado al lado de una mujer hermosa y completamente desnuda, no creo que sea raro. S... supongo que una ducha me vendrá bien.
- Que sea con agua fría - me reí.
- A no ser...- dijo quitándose la sábana quedando totalmente expuesto ante mí -, que te quieras duchar conmigo - y lamió mi cuello. Gemí.
- Eh... no... no creo q... que sea lo más... aconsejable, tus hermanos están con el radar puesto - balbuceé. Nada me apetecía más que tener a Edward conmigo bajo el agua caliente, los dos juntos... pero de imaginar que podrían vernos otra vez...
- Está bien, pero luego tendremos que terminar lo que hemos empezado - y se fue a la ducha.
Temblé de anticipación. Cuando me repuse de la promesa de Edward recogí mi ropa esparcida por toda la habitación y me vestí. El agua seguía corriendo en el baño, así que miré la habitación en la que me encontraba. Anoche tenía cosas más interesantes en las que fijarme.
Tenía una pared en su totalidad forrada de discos y libros, alguno de ellos entre mis favoritos. Había gran cantidad de clásicos tanto de una cosa como de otra.
Por los títulos que leí corroboré que Edward tenía muy buen criterio además de inteligencia. En verdad no aparentaba ser como era en realidad. Hace unos días no me imaginaba que Edward pudiera escuchar música clásica, por ejemplo, o que entre sus libros estuviera Orgullo y Prejuicio. Sonreí al haber descubierto al verdadero Edward.
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La Noche que cambió mi vida (Finalizada)
RomanceLos personajes le pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoría y está registrada bajo derechos de autor, la copia y/o distribución de la misma sin mi permiso se consideraría plagio. Código de la historia 1203291387693 Bella es una chica tímid...