Capítulo 37 Sorpresas

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CAPITULO 37 SORPRESAS

Tuve que apartarme para poder respirar.

- Edward - jadeé -. ¿Qué haces? Nos pueden ver.

- No, ya me he encargado de eso, estamos solos... No sabes cómo me pones, Bella - y me besó salvajemente.

Vale, para entonces yo me encontraba en el cielo. Ver a Edward fuera de control sobrepasado por sus hormonas era una delicia. No es que no me gustara cuando era dulce y romántico, pero después de dos semanas de abstinencia me apetecía de todo menos dulzura.

Me apretó contra él y estaba muy excitado. No pude evitar jadear al notarlo.

- Bella, así me tienes desde esta mañana - y dejó caer mi toalla -. Primero cantando esa canción en el coche y luego con tanto movimiento... - besó mi cuello.

Mi cuerpo hacía rato que ya había reaccionado. Yo también dejé caer su toalla y de nuevo de maravillé con la perfección de su cuerpo. Me cogió de los muslos para que enrollase las piernas en sus caderas. Empezó a andar conmigo encima hasta que topamos con algo. Era un lavabo... por mi perfecto. Empecé a tocarle, pero me tomó la mano para que parara.

- Bella, no puedo más, te... necesito. No hay tiempo para eso...

Sonreí para mis adentros; hice el intento de subirme de nuevo a sus caderas cuando volvió a interrumpirme.

- No, así no. Date la vuelta - me susurró. Me puse un poco nerviosa, ¿qué quería hacer? -. Amor, confía en mi, nunca haría nada que no quisieras - me dijo en el oído.

Le obedecí, confiaba plenamente en él. Cuando me giré lo comprendí todo. Había un espejo encima del lavamanos, lo suficientemente grande para reflejar nuestros cuerpos. He de decir que era la imagen más erótica que jamás había visto. Yo estaba agarrada al borde del lavabo y Edward detrás de mí, con los ojos oscurecidos de deseo y agarrándome fuertemente por las caderas, ambos con las respiraciones agitadas.

- Amor, quiero que veas cómo te hago el amor - me susurró de nuevo mientras lamía mi cuello -. Bella, no creo que pueda ser suave - me estremecí.

- No... no quiero que seas suave.

Acarició mi espalda y luego mi intimidad. Metió sus dedos para comprobar mi humedad y cuando los sacó los lamió uno a uno. Esa imagen me encendió hasta extremos insospechados. Moví mi trasero para sentir su excitación. Un sonoro jadeo salió de mi boca.

- Edward, por favor - no podía aguantar ni un minuto más así.

Cumpliendo mis deseos, cogió una de mis piernas por la parte trasera de la rodilla y con su brazo nos sujetó en esa postura a la altura del lavabo y entró en mí fuertemente, como prometió, sin ser suave. Lejos de desagradarme, me gustó, era lo que necesitaba, porque era eso precisamente, necesidad de sentir su cuerpo junto al mío. Nuestros cuerpos humedecidos de movían frenéticamente y los jadeos y gemidos inundaban los vestuarios. Edward apartó mi pelo para poder besar y morder mejor mi cuello. Yo tenía los ojos cerrados de placer, dejándome llevar por el momento.

- Bella - jadeó -. Abre... los... ojos.

- Edward...

Cuando miré al espejo de nuevo vi una imagen sumamente excitante. Edward detrás de mí agarrándome fuertemente por las caderas, probablemente me dejaría marca, pero en ese instante me daba igual. Sus labios estaban entreabiertos y jadeantes sobre mi cuello. Tuve que agarrarme al lavabo por los movimientos tan frenéticos que Edward provocaba. Soltó una de sus manos de mi cadera y tocó mi nuca, empujándome suavemente hacia adelante. No podía más, me sentía desvanecer.

La Noche que cambió mi vida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora