Capítulo 17 De vuelta a Forks

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CAPITULO 17 DE VUELTA A FORKS

Reneé y Phil nos llevaron al aeropuerto. El coche de Alice llegaría en una semana a Forks, había conseguido que se lo llevaran en tiempo record. La enana tenía un poder de convicción demasiado persuasivo. Tras despedirnos de todos entre lágrimas embarcamos en el avión.

Durante todo el camino Alice no paró de hablar. Hablaba de lo que haríamos al llegar, de cómo iba a decorar la pequeña casita que había encontrado muy cerca de la mía, que iba a hacer una fiesta de inauguración, que teníamos que ir de compras...

El viaje se pasó rápido debido a la verborrea de mi amiga. Cuando llegamos al aeropuerto Charlie nos estaba esperando. Estaba como siempre, con su uniforme de policía perenne y con una expresión ansiosa en la cara. Cuando me vio parpadeó varias veces.

— Hija, pequeña, ¿eres tú? — mi padre no se creía que fuera su hija —. Pareces... otra, estás guapísima.

— Gracias, papá — dije dándole un abrazo —. Mira, esta es Alice.

— Encantada jefe Swan — y se colgó de su cuello.

— Oh, está bien... igualmente — dijo un muy sonrojado Charlie.

Fuimos hasta casa en el coche patrulla. Echaba de menos este maldito coche. Le pregunté por Jake, ya que quería ir a verle cuanto antes, pero me dijo que había ido a visitar a su hermana, que había dado a luz a un niño, y que no vendría hasta empezar el instituto. ¿La hermana de Jake era madre? Juraría que sólo tenía un año más que nosotros. Tendría que esperar para ver a mi Jacob... con las ganas que tenía de achucharle un poco.

Le comenté a mi padre que echaba de menos mi trasto. Llevaba mucho tiempo sin conducir y me apetecía oír el murmullo de mi motor. Bueno, tratándose de mi camioneta debería decir rugido.

Charlie casi se ahoga cuando estábamos aparcando en casa.

— Verás, Bella... ha habido un pequeño problema con tu camioneta — hizo hincapié en pequeño.

— ¿Qué problema? — chillé.

— Bueno, Harry y yo la cogimos un día para ir de pesca y... se murió.

— ¿Como que se murió? ¿Qué le hicisteis a mi trasto?

— El motor... explotó. Bum — dijo gesticulando con las manos —. Hasta siempre — y se encogió de hombros.

— ¿Y qué voy a hacer yo sin mi trasto? — dije haciendo un puchero.

— Tranquila, Bella, podemos manejarnos con mi coche cuando me lo traigan — me dijo Alice. Realmente ir caminando hasta la escuela bajo la llovizna no era lo que más me apetecía en este mundo. Y menos cuando me había acostumbrado al clima de Phoenix.

— No, hija espera, tengo una sorpresa.

— ¿Una sorpresa? — a mi no me gustaban las sorpresas.

— Sí, bueno. Tómalo como un regalo de bienvenida. De todos modos Jake ha hecho casi todo el trabajo — dijo rascándose la cabeza.

— ¿De qué estás hablando, papá?

— Ven a verlo por ti misma.

Nos dirigió hacia el patio trasero de la casa. Allí escondido había un precioso coche de 3 puertas de un maravilloso color rojo brillante. Era pequeño, pero definitivamente era mejor que mi adorado trasto. Me senté en el asiento del piloto y encendí el motor. Sonaba de maravilla. Salí del coche y me abracé a mi padre.

— Gracias, gracias, gracias — le dije.

— Bueno, vale hija. Además fue Jake el que lo arregló. Tiene algunos años, no es nuevo ni mucho menos. Tenía unas abolladuras y unos arañazos y Jake se encargó de repararlo y pintarlo. Ha quedado mejor de lo que me lo imaginaba.

La Noche que cambió mi vida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora