Capítulo 12 Bienvenida a Phoenix

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CAPITULO 12 BIENVENIDA A PHOENIX


A las ocho de la mañana me encontraba en la puerta del aeropuerto de Seattle con Charlie a mi lado. La despedida fue lo más emotiva que pudo ser, teniendo en cuenta que a mi padre le costaba mucho demostrar sus sentimientos. Bueno, y a mí también, para qué negarlo.

— Bella, hija, si cambias de idea sabes que puedes volver cuando quieras — me dijo Charlie mirándome a los ojos.

— Lo sé, papá, no te preocupes, estaré bien, de verdad.

— Vale, llámame de vez en cuando.

— ¡Claro! — y me colgué de su cuello. Eso le pilló desprevenido, pero pronto me correspondió el abrazo.

— Ejem... creo, creo que tienes que irte, ¿no querrás perder el avión? — juraría que una lágrima amenazaba con caer por su rostro.

— Sí, ya... me voy. Papá...

— ¿Sí?

— Te quiero.

— Y... yo a ti, hija.

Y me dispuse a embarcar. Me esperaba un vuelo de unas tres horas y media, así que aproveché para dormir lo que la noche anterior no pude.

La voz del piloto me despertó. Llegaríamos a Phoenix en diez minutos. Gracias al sueño que me había echado el viaje me había resultado realmente corto.En diez minutos justos llegamos. Cogí mis maletas y me dispuse a buscar a mi madre entre las gente. Habíamos quedado en que iría a buscarme, pero conociendo a mi madre era capaz de haberse olvidado.

Vi una cabellera rubia entre la gente. Sí, ahí estaba. Llevaba el pelo un poco más largo que la última vez que la vi. Llevaba un bonito vestido blanco que resaltaba su precioso moreno. En verdad no parecíamos madre e hija. Bueno, ni primas lejanas. A su lado había un hombre moreno, alto y fuerte y tenía un brazo alrededor de su cintura.

— ¡Bella! Aquí — dijo moviendo violentamente los brazos.

— Mamá — grité mientras corría a abrazarme a ella. Los acontecimientos de los días anteriores hacían que mis sentimientos estuvieran a flor de piel. En cuanto me abrazó me puse a llorar.

— ¡Cariño! ¡Estoy tan... contenta de verte! Déjame verte — y me miró de arriba abajo —. Eres toda una mujer, ¡estás preciosa!

— Mamá, que tengo ojos, por favor...

— Pero si estas guapísima — oh, amor de madre.

— Ejem — tosió el hombre que iba con ella.

— Oh, que tonta soy me había olvidado de Phil. Phil está es mi hija Bella, Bella este es Phil.

— Encantado, Bella — dijo Phil. Parecía muy agradable. Me dio buena impresión.

— Igualmente, Phil — dije mientras le daba la mano.

— Bueno, ¿por qué no vamos a casa y me cuentas? — dijo mi madre.

— Vale.Del aeropuerto a casa de mi madre no había más de un cuarto de hora de viaje. En cuanto llegamos mi madre me volvió a enseñar la casa. Estaba ligeramente cambiada desde la última vez que estuve allí. Mi habitación seguía igual, quitando las cortinas nuevas que mi madre se empeñó en poner. Estaba pintada en un tono azul cielo y las cortinas, al igual que las sábanas, eran de un precioso color beige. En mi escritorio había un ordenador y un teléfono. Además mi cuarto tenía baño propio. Eso me encantaba.

La Noche que cambió mi vida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora