Capítulo 31 Tú y Yo

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CAPITULO 31 TÚ Y YO

Edward nos giró, colocándose encima de mí. A patadas se terminó de quitar los pantalones y se volvió a concentrar en mi cuerpo.

Lentamente y de manera tortuosa me quitó la falda y volvió a observarme. Aunque todavía conservaba la ropa interior me dio la sensación de quedar expuesta y me sonrojé como hacía tiempo que no lo hacía.

- Echaba de menos ese sonrojo - dijo tocándome la mejilla con dulzura -. Eres tan hermosa... siempre lo has sido - me dijo al oído. Fijó su vista en el tatuaje de la cadera -. No sabía que tenías esto - me acarició la mariposa -, me encanta.

- Me lo hice pensando en ti - le confesé. Sonrió y me volvió a besar.

Los besos pasaron de ser apasionados a ser de necesidad, desesperados. Su lengua acariciaba mis labios con experiencia, me estaba volviendo loca.

Cuando nuestros cuerpos se juntaron pude notar el nivel de su excitación, miré hacia abajo y vi que sus bóxer estaban muy abultados. Eso me excitó aún más y ahora fui yo quien hizo fuerza para girarnos. Me senté a horcajadas encima y me froté contra él. Gimió fuertemente. Alzó las manos para quitarme el sujetador y cuando consiguió deshacer el broche lo dejó caer lentamente por mis brazos, como si fuera una caricia. Pasó sus manos por mis pechos y lentamente pasó el dedo índice por mis pezones haciendo que se endurecieran aún más.

- Dios... Bella... - se acercó para besarme los pechos.

Volví a gemir, sinceramente agradecí que abajo estuviera la música alta, y también esperaba que nadie se hubiera dado cuenta de nuestra larga ausencia.

Sus labios contra mis pechos eran pura delicia. Adoraba cada milímetro de piel que besaba. Tuve que aferrarme fuertemente a su nuca cuando me lamió uno de los pezones, creí que perdería el norte con sus caricias. Siguió con su tarea mientras que yo bajaba las manos por sus abdominales y jugaba con el borde de su bóxer.

Se puso de nuevo sobre mí mientras sus besos descendían de mis pechos por mi abdomen hasta mi ombligo, donde después de lamer sopló y me hizo volver a gemir. Ahora fue su turno de jugar con mi ropa interior.

Fue bajando mis braguitas lentamente, ¿se había propuesto volverme loca esta noche o qué? Cada milímetro que la prenda bajaba más calor inundaba mi cuerpo, sentía un extraño y placentero cosquilleo en la parte baja de mi vientre. Cuando la prenda salió completamente volvió a acariciar la longitud de mis piernas desde los dedos de los pies hasta llegar a mi intimidad. Gemí casi chillando. Le miré a los ojos avergonzada y pude ver que sus orbes verdes estaban oscurecidos. Me miró y me sonrió dulcemente. Siguió besando mis piernas hasta llegar a mi vientre y fue ahí cuando abrió mis piernas y colocó su cabeza entre ellas. ¿Iba a hacer lo que creía que iba a hacer? Sentí que la sangre que me quedaba subía a mis mejillas y temblé de anticipación.

- ¿Te pasa algo, amor? - ¿me ha llamado amor?

- Es que...- solté un suspiro -, me da...v vergüenza - admití.

- Relájate, te va a gustar - y no lo negaba. Si sus labios en mi boca hacían que la cabeza me diera vueltas, ahí...

Cerré los ojos y sentí su lengua en mi intimidad, lamiendo lentamente de arriba abajo. Arqueé la espalda al instante, aunque él atrapó mis caderas para que no me moviera. Siguió jugando con su lengua, despacio, quizás demasiado despacio para el estado en el que me encontraba. Juro que no puedo describir lo que sentí en esos momentos. Si estos eran los preliminares...

Justo cuando su boca se centró en el punto de mi placer sentí como metía un dedo en mi interior y yo le regalé un gemido, bueno, uno detrás de otro, porque ya no pude parar.

La Noche que cambió mi vida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora