Capítulo 31: El Reto del Valiente

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Todo siempre se trata de sus hermanos, son lo más importante y son lo que hay que cuidar con uñas y dientes. Desde que Cassandra era una niña pequeña toda su vida ha girado alrededor de ellos. Siempre fueron Sol y Luna. Todo lo que aprendió, todo lo que entrenó, todo lo que importa en su vida y todo lo que es Cassandra sólo tiene un propósito: proteger a Rapunzel y Varian. Vive y muere por ellos porque para eso ha venido al mundo.

Después de todo, Cassandra aprendió a amar a sus hermanos antes a amarse a sí misma.

¿Pero que haces cuando te arrancan tu propósito? Madre se ha ido y con ella toda la identidad de Cassandra. Su propósito ya no existe. Sus hermanos han vuelto donde pertenecen y ella es sólo un parásito. Un doloroso recuerdo de todos los errores que cometió Gothel en su vida. Solamente un error más.

El deber que le había dado su madre cuando era solamente una niña pequeña ya no tenía ningún valor aquí, Rapunzel y Varian no la necesitaban para cuidar de ellos como hacía en la torre. Claro, seguiría protegiendo a sus hermanos menores porque son su más preciado tesoro, pero ya no es necesario como antes. Sus hermanos ya no necesitaban esa protección las veinticuatro horas de los siete días de la semana todo el año. En pocas palabras, ahora la vida de Cassandra no tenía sentido alguno, ¿quién es sin Sol y Luna?

Ha pasado tanto tiempo de su vida siendo una guardiana, un eclipse para sus hermanos que ahora no sabe quién es ella sin ellos. No creé ser algo sin ellos.

Entonces Cassandra quiso intentar averiguar quién es, empezando por ver cuál era su lugar en Corona. Los primeros meses solamente ayudó a Rapunzel a intentar adaptarse a todo esto de ser una princesa, mientras también ayudaba a Adelaida con sus deberes de dama de compañía para luego querer hacer algo más grande. Decidió a acudir al Rey Frederic, esperó que él le de algo importante que hacer, pero sólo la puso acargo de una vieja tuza que hizo sentir peor a Cassandra. Y cuando por fin pensó que podría cumplir su sueño y servir al Reino donde viven: resulta que aún no estaba lista. Pero el reto del valiente ahora le está dando una oportunidad a Cassandra, una oportunidad para no tener que esperar mientras los demás se mueven y ella no. Una oportunidad para demostrarle al Capitán que se equivocó con ella.

Así que pasó las últimas semanas preparándose para el gran día, fue algo complicado ya que tuvo que aún tenía que pasar tiempo con sus hermanos a la par que entrenaba, y a veces también ayudaba a Adelaida en sus deberes como Dama de compañía. Será honesta, se estaba sobre exigiendo demasiado, si el entrenamiento para ser parte de la guardía real era complicado; Cassandra se las había arreglado para hacer de su entrenamiento un verdadero infierno. Se levantaba antes que saliera el sol para comenzar su entrenamiento, pasaba horas entrenando que a veces olvidaba que necesitaba descanso y comida, por suerte Adelaida no se olvidaba de eso y a veces le traía algo para comer. Ya que no quería molestar a los guardias usando su patio de entrenamiento, decidió crear el suyo propio.

Cassandra construyó su propio lugar para entrenar en el bosque, lejos de Corona y de sus hermanos menores. Lejos de todo. Bueno, casi todo.

Cassandra lanzó su espada hacía arriba, mientras observaba como Búho la atrapaba entre sus patas. Al llegar a su último obstáculo con la pared de madera, hizo una acrobacia para volar por el aire, aterrizando justo a tiempo para que Búho le entregará su espada, con dicha espada decapito al muñeco de entrenamiento frente a ella. La cabeza cayó al suelo y Cassandra le clavó su espada para luego posar al par que su amigo alado se posaba en su brazo.

—¡Wow!—Exclamó una niña, que se encontraba detrás de una roca junto a otros dos niños.

Cassandra no había notado que tenía público viendo, pero se sentía muy feliz de que estos niños estén asombrados con lo que ella había hecho.

𝓛𝓪 𝓰𝓾𝓪𝓻𝓭𝓲𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓼𝓸𝓵 𝔂 𝓵𝓪 𝓵𝓾𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora