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Capítulo 26: Operación Convencimiento

Ya de vuelta en el castillo, los tres se encontraban en la habitación de Rapunzel. La rubia se encontraba planificando algo en su pizarra, Varian y Adelaida sólo se dedicaron a observarla y esperar que acabe con lo que sea que este escribiendo ahí.

—Okey, chicos, esto es lo que sabemos—Rapunzel se volteó llamando la atención de los dos, al fin revelando lo que había en la pizarra. Eran un montón de dibujos que iban acorde con lo que decía Rapunzel.—Monty se dedica a la pastelería, todos lo aman y le encanta decirme cosas feas.

—Wow, eso esta muy planificado—Murmuro Adelaida sorprendida por todo lo que Rapunzel había escrito en el poco tiempo llevado en la pizarra. Aunque también era algo preocupante la obsesión de la princesa por caerle bien al tío Monty.

¿Era realmente esto tan importante cómo lo hacía ver la princesas Rapunzel? ¿O sólo es una locura de su parte? ¿Es una locura de su parte tratar de obtener el amor de su hermana mayor?  ¿Ella es igual que Rapunzel? ¿Y con que derecho juzga a la princesa que ha vivido toda su vida encerrada en una torre? Al final del día, la princesa y la dama de compañía eran más similares de lo que creían en realidad.

—Es hora de la Operación Convencimiento—Anuncio la rubia con determinación, al mismo tiempo que algunos de los alfileres y hojas cayeran de la pizarra.

Si alguien le hubiera dado la solución a Adelaida para que su hermana la volviera amar hace nueve años atrás lo habría aceptado sin dudarlo. Sería capaz de cualquier cosa por ello.

«Daré mi alma, mi vida, mis deseos, lo que desees será tuyo. Moriría por ti y viviría por ti. Sufriría por ti y sería feliz por ti. Haría cualquier cosa por ti, pero por favor, abrázame una vez más» Algo que deseó todas noches desde aquél día donde Eleonora juró odiarla, donde ella dijo que ya no era más su hermana o la de Pierre. A pesar que Adelaida la amo más que su propia vida, eso no fue suficiente, su amor nunca es suficiente para que la gente se quedé a su lado. Pero esto no debe ser el destino de la princesa Rapunzel, ella puede brillar y salir triunfante del lugar donde Adelaida fue bateada por la cruel realidad que siempre llamó "vida". Pero vivir nunca fue aquel sueño que debió ser, aquella fantasía que ella siempre soño. Todo siempre se trataba de una ilusión de su parte.

«Eres una crédula» Se recordó a sí misma con amargura.

—No lo sé, Raps. ¿De verdad necesitas caerle bien a ese cretino? Literalmente te dió una paleta que se cayó al suelo y sin olvidar que te falto al respeto, seas o no la princesa de Corona, se comportó horrible contigo—Dijo Varian con molestia en su voz. Monty odia a su hermana mayor, y como respuesta a eso él odia a Monty. No le importa que tan buena persona sea para los demás, ese señor es una horrible persona para Rapunzel y significa que es tan malo como todas las malas personas que han tratado mal a sus hermanas. Era igual de malo que Gothel. Y si, era un comparación muy horrible y tal vez algo injusta por parte de Varian. Monty no secuestro a Rapunzel, no la manipuló, no la aisló y tampoco la alejó de su verdadera familia por dieciocho años. Pero si lastimó a Rapunzel, hizo dudar a su hermana mayor de sí misma como aquella mujer horrible solía hacer. Lo hacía con todos ellos. Todo el tiempo, era su pasatiempo favorito pero ella juraba que le dolía más a ella que a ellos. Mentirosa.

Cuando Varian era más joven se imaginaba siendo complemente libre de las paredes de aquella torre y de su abusiva madre. Se imaginaba siendo igual a Flynn Rider, viviendo cientos de aventuras por todo el mundo junto la compañía de sus hermanas mayores. Sus verdaderas madres, quizás. Cassandra y Rapunzel fueron más unas madres de lo que Gothel llegó a ser para él. Cassandra lo protegió y cubrió cada una de sus travesuras infantiles, siendo su valiente guerrera . Y Rapunzel era tan gentil y cálida, reconfortante como había leído que debía ser una buena madre, era su buen sol. Una buena madre es cálida, reconfortante, pelea por sus hijos y protege a sus hijos. Eso siempre leyó Varian, eso era lo que hacían las madres y eso era lo que hacían sus hermanas con él. A esa conclusión llegó a los siete años en su fiesta de cumpleaños. Donde lloró desconsolado cuando le contó a su madre la idea de explorar todo el mundo cuando sea mayor junto a sus hermanas. Gothel lo llamó tonto y un mal hijo e hermano por insinúar aquella barbaridad.