Especial de un año: Un dúo imparable (2/3)

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Flynn se pasó la mayoría (por no decir todo) el viaje maldiciendo a su yo del pasado por no haber pensado más como ladrón y menos como ser humano que era. Porque si hubiera sido lo suficientemente insensible como cualquier buen ladrón, habría ignorado al niño del callejón. De pues de todo, el niño no era su problema. Mucho menos su seguridad lo era, podría simplemente no darle importancia y dejarlo a su suerte; pero no era capaz, y nunca lo será. Flynn no tenía la voluntad para dejarlo a su suerte, y lo volvería a hacer, aunque seguramente el niño le volvería a robar; pero mínimo podría llegar a ayudar a un niño que lo necesita. Aunque eso no significa que dejará al mocoso escaparse con todo el botín para él sólo. Claro que no, el mocoso debe aprender a compartir por lo menos un poco, porque él no estará cerca de ser arrestado sólo para no obtener siquiera parte de ese dinero. Tan sólo quiere la mitad, sólo eso y luego dejará al niño seguir con su papel de huérfano víctima. Porque cada uno se cuida por su cuenta en las calles, esas son las reglas y siempre la serán. Un mocoso astuto no iba a cambiar su forma de pensar jamás.

Luego de un rato Flynn pudo seguirle el paso, el mocoso puede ser un ladrón muy listo y todo eso, pero seguía siendo un niño pequeño que se entretuvo a penas vió algo que le gustaba en la vitrina de una biblioteca. No tenía ni idea si el niño sabía leer o no, ni siquiera sabía si quería aprender o estaba aprendiendo; pero él puede jurar que el pequeño se veía verdaderamente feliz, feliz como un niño de su edad debería estar. También el niño hizo una breve parada en una panadería y una dulcería, en ninguno de los dos locales compró algo, sólo se quedó apreciando y deseando por un determinado tiempo hasta que decidió que era suficiente tiempo y volvió a partir. Se preguntó si el niño era consiente de lo que hacia, pero probablemente no era nada consiente de aquello y sólo estaba disfrutando los buenos momentos que podía disfrutar sin miedo de ser descubierto.

Pronto Flynn observo como el niño ingresaba en una vieja y horrible choza que se veía abandonada, parecía ser que ese era su hogar. Y aunque se podría decir que era un basurero para vivir, la verdad era que él había vivido el lugares mucho peores en sus primeros años como ladrón. No era nadie para hablar de la manera de vivir del niño.

El plan era simplemente: entrar, negociar con el molesto mocoso, que el mocoso acepte y le dé la mitad del dinero o lo que sea que haya en ese bolso, y por último huir para nunca volver a este Reino de locos. Simple, no debería ser tan complicado realizarlo.

Lastima que la vida y el destino nunca estuvieron del lado de Flynn Rider.


Al entrar a aquella choza por la fuerza, Flynn jura que tuvo que contener el impulso de llorar por este niño. El lugar que se supone que era su hogar, no era nada más y nada menos que algo que un noble llamaría un completo basurero. Una cama hecha de un montón de mantas gastadas y rotas. Y una considerada cantidad de cajas de madera esparcidas por toda la choza; pero a pesar de que había algunas cosas, se veía muy horrible y descuidado. Era como si nadie viviera allí, cuando obviamente si había alguien, y ese alguien era aquel niño rubio que ahora lo observaba como si quisiera golpearlo con el libro  que traía consigo.

—¡Al fin te encuentro, mocoso! ¡No sabes lo difícil que fue localizarte! Y también, ¡devuelveme mi bolsa, Demonios! —Le reclamó molesto, pero la mirada desafiante del menor no cambio, su agarre al libro tampoco. El infante se mantuvo firme frente a él, como si se tratara de un animal salvaje al cual podría asustar si demostraba ser más grande y feroz.

—¡Obligueme, señor tonto! —Le grito para luego sacarle la lengua.

—Primero, ya te dije que no soy un señor, ni siquiera soy un adulto aún. Segundo, sólo vine aquí porque me robaste algo que es mío. Vine para recuperarlo, niño malcriado—Le respondió con enfado, él pensaría que el niño por fin soltaria aquel libro al cual se aferraba como si de su vida se tratase. Pero el niño no lo hizo, no se permitió ni siquiera mostrar terror en su mirada, tratando de fingir fortaleza.

𝓛𝓪 𝓰𝓾𝓪𝓻𝓭𝓲𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓼𝓸𝓵 𝔂 𝓵𝓪 𝓵𝓾𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora