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Resumen:
Los chicos se unen a un club y van a una cena.

Notas:
SEGUNDO AÑO (32-37)
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—¿Siempre fuiste la Muerte? —preguntó Harry. Era el final de Samhain y estaba de nuevo en el campo de las almas. La hierba ondulaba como un mar plateado iluminado por la luna.

—Esa es una buena pregunta, pequeña —dijo la Muerte.

La muerte titiló, su rostro se transformó en sombras. Su caja torácica se volvió esquelética, las polillas volaron desde entre los espacios intercostales. Se juntaron entre sus manos, condensándose en una esfera oscura. Crepitó como el espacio entre los nervios, como un chasquido de sinapsis como un relámpago. Las manos de la muerte se convirtieron en huesos por sostenerla, pero su rostro se volvió cada vez más humano.

—¿Existe una buena respuesta? —preguntó Harry con impaciencia.

La muerte soltó una carcajada.

—No —dijo—. Una vez que me convertí en Muerte, siempre fui Muerte. Igual que tú, una vez que te convertiste en Maestro.

—¿Eh? ¿Maestro de qué? —preguntó Harry, confundido. ¿Había oído mal?

—Te lo diré cuando seas mayor —bromeó la Muerte.

Harry exhaló bruscamente, cruzándose de brazos.

“Odio cuando los adultos dicen eso”.

“Las cargas sólo deben pasarse cuando se pueden soportar”, respondió la Muerte.

—Puedo soportar mucho —dijo Harry persuasivamente, inclinándose ansiosamente hacia la Muerte.

El rostro de la muerte adoptó una expresión extraña y melancólica.

—Lo sé —murmuró la Muerte—. Ya has soportado demasiado, hija mía.

Harry se estremeció y se dio la vuelta. Tiró de la hierba plateada, el rocío lechoso como perlas.

—No es cierto —replicó Harry—. Otros han soportado más. Yo he soportado lo que tenía que soportar.

—Y un poco más —señaló la Muerte—, para que otros puedan soportar menos.

Harry se encogió de hombros, avergonzado. ¿Lo estaban regañando otra vez? Eso parecía.

“He soportado lo que he podido.”

La muerte suspiró profundamente.

“Sólo quería que fueras feliz”, dijo.

El orbe entre las manos de la Muerte se volvió blanco brillante, hacia las polillas con alas blancas como la tiza dispersándose, dispersándose, dispersándose.


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Ocurrió a mediados de noviembre: el día que Harry había estado esperando durante años. Madame Roseheart estaba haciendo una cita de seguimiento para ver cómo estaba funcionando la poción nutritiva (Harry había dejado de tomarla durante el verano y la había reanudado una vez que comenzó el segundo año), y Tom había venido como de costumbre.

Ella midió su altura.

“150 cm”, dijo.

Harry jadeó.

—Por favor, dilo otra vez —pidió Harry, sin aliento.

—150 cm —repitió Madame Roseheart, mirándolo desconcertada.

Harry tiró de Tom hacia él, usando su mano para medir sus alturas.

Él gritó de emoción.

Madame Roseheart le dirigió una mirada reprensiva pero sus ojos estaban llenos de diversión.

Acebo y Tejo (Traducción) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora