Acebo y Tejo (Traducción)

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Resumen:
Los chicos se baten a duelo y el incidente de la carta llega a su punto álgido.

Notas:
SEGUNDO AÑO (32-37)

CW: En este capítulo ocurre algo desconcertante. Las advertencias de contenido son spoilers y aparecerán en las notas finales. Por favor, léalo con precaución.
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Después de las vacaciones de Yule, las clases se reanudaron con fuerza. La historia seguía siendo un fastidio, pero Harry disfrutaba de las otras materias lo suficiente como para compensarlo.

En realidad a Harry le gustaba estudiar en Hogwarts.

En St. James', la motivación secreta de Harry para trabajar tan duro en todas sus clases era que obtener buenas calificaciones hacía que Tom se sintiera orgulloso de él. Nadie había estado orgulloso de él antes que Tom, y Harry era adicto a ese sentimiento.

La tía Petunia nunca le había dicho una sola palabra buena sobre sus notas. Si le iba mal era porque era un holgazán, un estúpido y un inútil. Si le iba bien era para presumir y socavar a sus Dudleykins.

Harry aún recordaba la primera vez que le había traído a Tom su boletín de calificaciones. Tom lo había besado en la frente y lo había llamado “brillante”, sus ojos brillaban con un orgullo feroz como si los logros de Harry fueran tan queridos para él como los suyos. Harry se había escondido después para llorar, tan abrumado por la felicidad.

Aparte de eso, Harry también había sentido cariño por sus profesores de St. James. No se parecían en nada a los profesores duros e indiferentes de su infancia, que pensaban que Harry era un caso perdido debido a las acusaciones de Dudley y la indiferencia de la tía Petunia. No, los profesores de St. James habían sido más estrictos, pero también eran mucho más agradables. Harry tenía la misma sensación de los profesores de Hogwarts.

La diferencia era la magia. Lo calentaba como un abrazo de verano: vara de oro, girasoles y caléndulas florecían en su corazón cada vez que la usaba. No había nada comparable a la sensación de lanzar un hechizo correctamente: sentir cómo la magia encajaba en su lugar, fluyendo en un patrón establecido como si estuviera tejiendo una puntada perfecta.

Las lecciones de teoría podían ser un éxito o un fracaso. A Harry no le molestaban las de Defensa y Encantamientos porque de todos modos le parecían prácticas, pero la teoría de Transformaciones y Pociones a veces se le escapaba. Las leyes y reglas de esas clases no siempre tenían sentido y, para gran descontento de Harry, normalmente no había una explicación para ello. Era simplemente la forma en que Wixen había observado que se comportaba la magia al lanzar hechizos o preparar pociones. 

Aparte de tener que esforzarse para mejorar sus notas y ser competitivo en el programa de sanación de San Mungo, la motivación diaria de Harry era seguirle el ritmo a Tom. Tenía que mantenerse a su nivel si quería seguir siendo su compañero de duelo y no podía permitir que Tom se envaneciera.

Fue de gran ayuda tener un grupo de amigos estudiosos, sobre todo porque Astrid era una experta en Transformaciones y Greta y Tom siempre sabían lo que estaba pasando en Pociones. Harry sabía que habría estado mucho más tentado a holgazanear si nadie estuviera estudiando, pero como él, Tom, Greta y Abraxas básicamente pasaban el rato en la sala común para hacer su trabajo juntos todos los días, siempre terminaba de estudiar.

Su segundo año pasó en un abrir y cerrar de ojos.

Harry y Tom fueron juntos a la siguiente reunión del Club de las Eminencias. Harry pasó toda la cena (esta vez fue un evento en el que todos se sentaban) hablando con Poppy Pomfrey, que estaba sentada frente a él, sobre magia curativa, para gran deleite mutuo y disgusto de Tom. Harry finalmente se había suscrito a El heraldo del sanador, por lo que esta vez sabía mucho más y realmente podía defender su versión del debate. Pomfrey se ofreció a tomar el té con él uno de estos días para que pudieran continuar la conversación, y Harry casi tiró su vaso de la emoción.