Capitulo 25

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Me dirigí hacia el granero con la esperanza de encontrar a Lori allí, pero no había rastro de ella. La ausencia de su figura en el granero solo aumentaba mi preocupación. Mientras salía del edificio, vi a Carol y a Daryl trabajando cerca, y me apresuré a acercarme a ellos

—¿Han visto a Lori? —pregunté, mi voz cargada de preocupación.

Carol levantó la vista, su expresión era grave.

—le pidio ah Daryl que fuera al pueblo  —dijo, con un tono que transmitía la misma inquietud que sentía. —Ella me pidió que lo hiciera

Daryl asintió, pero la expresión en su rostro no ayudaba a calmar mis nervios.

—Entonces probablemente fue sola, ¿no? —dije, tratando de mantener la calma mientras mi mente corría con las posibles implicaciones de su partida sin compañía.

El rostro de Carl, que estaba a mi lado, se ensombreció visiblemente al escuchar mis palabras. Su preocupación por su madre se reflejaba en cada uno de sus rasgos, y el sentimiento de impotencia era palpable.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Carl, su voz temblando con una mezcla de miedo y tristeza.

—Tranquilo, Carl —le dije, tratando de infundirle algo de esperanza. —Vamos a encontrarla. No vamos a dejarla sola.

Me dirigí hacia un carro que estaba estacionado cerca. La idea de recorrer el área en un vehículo me pareció la mejor opción para acelerar nuestra búsqueda. Me subí al asiento del conductor, y Carl se unió a mí rápidamente, subiendo al asiento del pasajero con una determinación silenciosa.

Mientras avanzaba en el carro, mi mente no dejaba de girar en torno a Lori. ¿Dónde podría estar? ¿Qué habría llevado a Lori a irse sola, sin considerar los peligros evidentes? La frustración me invadía cada vez más. Sabía que Lori no era una persona imprudente por naturaleza, pero en medio de la desesperación y la incertidumbre, a veces se toman decisiones que no tienen sentido en retrospectiva.

Lo peor era pensar en Carl. Ver su expresión de preocupación me había desgarrado. Era evidente cuánto le importaba su madre, y me resultaba casi imposible soportar la idea de que su preocupación pudiera ser en vano. Carl era un chico que había pasado por demasiadas pruebas para su edad, y ahora se enfrentaba a la angustia de no saber dónde estaba su madre.

Me preguntaba cómo pudo Lori haber tomado una decisión tan arriesgada y, aún más, cómo había dejado a Carl tan angustiado. La vulnerabilidad de la situación me resultaba aplastante. En este mundo, donde cada decisión podía significar la vida o la muerte, irse sola no era solo una imprudencia, era una temeridad que podía tener consecuencias devastadoras.

Miré a Carl a mi lado, que estaba en silencio, su mente claramente en una montaña rusa de emociones. No podía dejar de preguntarme si había alguna manera en que pudiera haber prevenido esta situación, si quizás había algo que podría haber hecho para evitar que Lori se aventurara sola. Cada minuto que pasaba sin noticias de ella solo aumentaba la angustia de Carl y la mía.

—Lo vamos a encontrar, Carl —le dije con la mayor determinación que pude reunir, aunque en mi interior me sentía casi tan perdido como él. —Estamos haciendo todo lo posible.

Carl asintió, aunque su rostro aún mostraba la tensión y el miedo que sentía. Mi mente seguía funcionando a toda velocidad, tratando de calcular todas las posibles ubicaciones donde Lori podría haber ido. ¿Quizás se había dirigido al lugar donde solíamos encontrarnos? ¿O tal vez había buscado refugio en algún sitio cercano al pueblo?

El tiempo parecía estirarse infinitamente mientras avanzábamos. Sabía que, además de buscarla, teníamos que ser cuidadosos. No solo era importante encontrar a Lori, sino hacerlo de la manera más segura posible, evitando que la desesperación nos hiciera cometer errores que pudieran complicar aún más la situación.

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