Aún me encontraba en el suelo, abrazando a Carl mientras él sollozaba en silencio. La tragedia de Sofía nos había golpeado con una fuerza brutal y nos dejó aquí, en este lugar oscuro y vacío. La pérdida era tan abrumadora que sentí que el mundo se había detenido para nosotros dos.
—Vamos, Carl —dije con voz quebrada, tratando de mantenerme firme—. Es mejor irnos. No podemos quedarnos aquí.
Carl levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas, y miró el cuerpo de Sofía con un dolor tan profundo que me rompió el corazón.
—No, Thomas. No quiero irme. Ahí está Sofía… sola.
Me incliné para mirar a Carl a los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas, las que pudieran ofrecer algo de consuelo.
—Carl, sabes que Sofía siempre va a estar para ti. Tal vez no físicamente, pero siempre estará en tu corazón. Ella vivirá en los recuerdos, en los momentos que compartieron. No te dejes atrapar por el dolor de la pérdida.
Carl asintió lentamente, como si estuviera tratando de aceptar mis palabras, pero el dolor seguía allí, incrustado en su pecho.
—Y tú —continué, sujetándole los hombros—, siempre me tendrás a tu lado. Eres muy importante para mí. No estás solo en esto. Yo estaré contigo, para lo que necesites.
Carl se aferró a mí con una fuerza renovada, como si mis palabras pudieran ofrecerle un refugio temporal contra la tormenta de su dolor. Mientras lo abrazaba, me di cuenta de lo frágil que era todo, pero también lo inquebrantable que podía ser el lazo entre dos personas.
Mientras Carl seguía llorando, sus sollozos se volvían cada vez más desgarradores. Sentí que mi propio corazón se rompía con cada uno de sus lamentos. Necesitaba sacarlo de aquí, darle un espacio donde pudiera intentar encontrar algo de consuelo.
—Carl —dije con suavidad—, ven conmigo. Vamos al cuarto en la granja. Estarás mejor allí. No tienes que pasar por esto solo yo estaré contigo pero este no es el lugar correcto
Lo alzé en mis brazos, el peso de su pequeño cuerpo era una carga pesada, pero la necesidad de protegerlo era más grande. Lo llevé despacio, tratando de no hacer ruido, mientras lo sostenía con firmeza.
—Cierra los ojos —le dije mientras caminábamos hacia la granja—. Quiero que pienses en algo bueno, algo que te haga sentir un poco mejor.
Nos acercamos a la entrada de la granja y, al abrir la puerta, vi a Hershel en un rincón, su rostro una mezcla de conmoción y tristeza. Las muertes recientes lo habían afectado profundamente. A su lado, Carol lloraba desconsoladamente, su dolor tan palpable que casi podía sentirlo en el aire.
La visión de esos rostros abatidos me golpeó con una nueva ola de tristeza. Era un recordatorio cruel de la magnitud de lo que habíamos perdido, y de lo frágil que podía ser nuestra esperanza. Pero ahora, mi prioridad era Carl. Lo llevé hasta una pequeña cama en el cuarto y lo acomodé con cuidado.
—Estás a salvo aquí —le dije mientras le daba una suave palmadita en la cabeza—. Vamos a intentar encontrar algo de paz, ¿de acuerdo?
Sus ojos seguían llorosos, pero su respiración comenzaba a calmarse, al menos un poco. Miré hacia afuera por la ventana, donde el mundo parecía seguir girando indiferente a nuestro sufrimiento. Me quedé con él, sin saber cuánto tiempo pasaría hasta que la tormenta de nuestro dolor comenzara a calmarse. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era estar allí, a su lado, esperando que el tiempo ayudara a sanar algunas de las heridas que la vida nos había infligido.
1 hora después
Mientras veía a Carl dormir, con su respiración rítmica y tranquila a pesar del dolor que había soportado, sentí una mezcla de alivio y tristeza. Su rostro, ahora sereno en el sueño, me hizo preguntarme cuántas noches de paz le quedarían después de todo lo que habíamos vivido. Decidí quedarme con él hasta que se despertara, y mientras lo observaba, mi mente volvió a la dolorosa realidad que enfrentábamos.
Recuerdo cuando, en un momento de desesperación, había dicho que tal vez Sofía estaba en el granero, un lugar donde podríamos encontrar algún consuelo en medio de la tormenta. Ahora, esas palabras se sentían vacías y crueles. El granero no era un refugio de paz, sino un recordatorio doloroso de lo que habíamos perdido.
Me reprochaba haber dicho eso. Había intentado ofrecer un rayo de esperanza en un momento de desolación, pero en retrospectiva, esas palabras parecían más una ilusión que una verdad. No había manera de que cualquier lugar pudiera cambiar la realidad de su ausencia. La muerte de Sofía era algo que ninguna palabra o lugar podía arreglar.
Me hundí en una silla cercana, sintiendo el peso de la tristeza y la culpa apoderarse de mí. Miré a Carl, preguntándome si alguna vez podría encontrar un poco de consuelo en medio de tanto sufrimiento. Me preguntaba si había hecho lo suficiente para protegerlo, para ayudarlo a enfrentar este dolor que nos aplastaba.
Cerré los ojos un momento, tratando de despejar mi mente. Pero la imagen de Sofía, y el eco de mis propias palabras, seguían rondando en mi mente. No podía cambiar lo que había pasado, ni la realidad de la pérdida, pero deseaba con todo mi ser que hubiera algo más que pudiera hacer para aliviar el sufrimiento de Carl y el mío propio.
Mientras la noche avanzaba, me sentí atrapado entre la esperanza y el dolor, esperando que el tiempo trajera algo de claridad, aunque sabía que las cicatrices quedarían para siempre.
La noche se estiraba interminable, y a pesar de mi cansancio, no podía encontrar paz. Me encontraba sentado en una silla junto a la cama de Carl, el sonido tranquilo de su respiración era lo único que rompía el silencio de la habitación. Sus pequeños rasgos, serenos en el sueño, me ofrecían un atisbo de calma en medio del caos que nos envolvía.
Al inclinarme hacia él, con suavidad acaricié su rostro, el gesto tan simple me brindaba un consuelo inesperado. Sentía la textura de su piel bajo mis dedos y, por un breve momento, el dolor parecía disminuir. Era como si, en su inocencia, él pudiera absorber parte de la tristeza que me ahogaba.
Mientras le pasaba la mano por la mejilla, me sumergí en pensamientos sobre la vida que habíamos perdido, el futuro incierto que se desplegaba ante nosotros. Mi mente aún giraba en torno a la pérdida de Sofía, y la culpabilidad por no haber podido hacer más.
De repente, un ruido proveniente de la planta baja interrumpió mis pensamientos. Era la voz de Shane, alzándose en un tono que podía percibir como enojo, y las respuestas de Hershel resonaban con la misma intensidad. Sus voces eran una mezcla de tensión y conflicto, algo que en esos momentos me parecía lejano y casi irrelevante.
Opté por ignorarlo. No tenía fuerzas para enfrentar otra batalla, ni para involucrarme en más conflictos. Lo que necesitaba ahora era estar aquí, con Carl, aferrándome a los pocos momentos de calma que podía encontrar. Los problemas de los demás, por más importantes que fueran, debían esperar.
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Love in the Apocalypse
HorrorEn un mundo devastado por el apocalipsis zombie, Thomas ha logrado sobrevivir escondido en un bunker, alejado del caos que azota la tierra. Sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando Rick Grimes entra en el bunker qué también estaba escondido...