Carl estaba medio dormido en la cama, su voz entrecortada y cansada. Cuando por fin abrió los ojos, miró hacia mí con una mezcla de tristeza y confusión.
—Sabes, Thomas —dijo en un susurro—, pensé que yo la encontraría. Tal vez escondida en una cueva o en una casa, o incluso detrás de un arbusto. Quería encontrarla.
Lo miré fijamente, tratando de procesar sus palabras mientras él volvía a hundirse en la almohada. En mi mente, las imágenes de nuestras búsquedas pasaban una y otra vez, las horas interminables, los rincones que revisamos una y otra vez sin resultado.
—Carl —dije finalmente, mi voz casi inaudible—, hicimos todo lo posible por encontrarla. Tienes que estar feliz con eso. No tienes que rendirte. Aún me tienes a mí, a tus papás y a Sophia.
Me quedé en silencio después de esas palabras, esperando que el peso de mi mensaje llegara. La tristeza en sus ojos se mezclaba con un atisbo de esperanza mientras cerraba los ojos de nuevo, quizás buscando un poco de paz en la oscuridad.
(...)
Cuando salí al exterior, el sol ya había comenzado a calentar el aire de la mañana. La brisa llevaba consigo el murmullo de conversaciones apagadas y el sonido de herramientas cavando. Al acercarme, vi a Carl y al grupo trabajando en varios huecos que habían cavado en el terreno. Era una escena silenciosa pero cargada de significado.
Los huecos eran profundos y estaban alineados en una fila ordenada. A un lado, habían dispuesto los cuerpos de aquellos que habíamos perdido, envueltos en sábanas y mantas. Las caras de los presentes estaban serias, y el ambiente estaba cargado de una tristeza reverente.
—Carl, ¿qué está pasando? —pregunté, con la voz quebrada por la preocupación.
Carl se detuvo un momento y se volvió hacia mí, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y determinación.
—Hemos decidido hacer varias tumbas para todos los que hemos perdido —dijo, señalando los huecos—. No podemos dejar a nadie atrás. Cada uno merece ser recordado y enterrado con dignidad
Me acerqué a uno de los huecos, donde estaban preparando un cuerpo para el entierro. El trabajo se realizaba con cuidado y respeto, cada uno de nosotros contribuyendo en la medida que podía. Aunque el acto era sombrío, había una fuerza en el grupo que nos mantenía unidos en ese momento de luto.
Comenzamos a colocar los cuerpos en los huecos, uno por uno, y luego cubrimos cada tumba con tierra. El sonido de la tierra cayendo sobre las sábanas blancas era agridulce, una señal de que estábamos marcando el final de una etapa dolorosa pero necesaria.
Mientras trabajábamos, el silencio entre nosotros se rompía solo por los susurros y las palabras de consuelo. Aunque estábamos rodeados por la dureza de nuestra situación, este acto de entierro era una manera de honrar a los que habíamos perdido, de reconocer su importancia en nuestras vidas o de las Hershel y su familia
Cuando el último hueco fue cubierto, nos reunimos en un círculo alrededor de las tumbas, en un momento de reflexión y respeto. La pérdida era inmensa, pero también lo era nuestro compromiso de recordar y mantener viva la memoria de aquellos que ya no estaban con nosotros.
—No los olvidaremos —dijo Carl, su voz firme a pesar del dolor—. Esto es nuestro homenaje para ellos.
Nos quedamos en silencio, contemplando el trabajo que habíamos hecho, sintiendo que, a pesar del desolador contexto en el que nos encontrábamos, había algo de humanidad en este ritual
Mientras nos reuníamos en silencio alrededor de las tumbas recién cavadas, noté que Carl se había apartado un poco del grupo. Se encontraba al borde de uno de los huecos, mirando el cuerpo de Sophia con una expresión cargada de tristeza. Su rostro estaba pálido y sus ojos no se apartaban de la figura envuelta en la manta.
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Love in the Apocalypse
HorrorEn un mundo devastado por el apocalipsis zombie, Thomas ha logrado sobrevivir escondido en un bunker, alejado del caos que azota la tierra. Sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando Rick Grimes entra en el bunker qué también estaba escondido...