Estaba solo en el campo, disfrutando del silencio y la tranquilidad de la granja. La brisa acariciaba mi rostro mientras observaba el paisaje, el granero en la distancia parecía más imponente bajo el cielo despejado. De repente, escuché un leve "psss pss" detrás de mí. Giré lentamente, encontrándome con Gleen.
—¿Qué quieres, Gleen? —le pregunté, frunciendo el ceño.
—Tengo que contarte algo, pero no aquí —respondió, con una mirada grave.
—Vamos a caminar —le dije, y Gleen asintió rápidamente.
Empezamos a caminar, el crujido de las hojas bajo nuestros pies era el único sonido que rompía el silencio. La tensión entre nosotros era palpable. Finalmente, Gleen tomó aire profundamente, como si estuviera preparándose para soltar un peso enorme.
—Voy a ser directo —comenzó, su voz tensa—. Hay caminantes en el granero.
Mis pasos se detuvieron de golpe. Las palabras de Gleen resonaban en mi cabeza y el mundo alrededor se volvió borroso por un momento. Caminantes... en el granero. No sabía qué decir, no podía procesar la información de inmediato. Mi mente estaba en blanco, el miedo y la confusión se apoderaron de mí. Miré a Gleen, esperando alguna explicación, pero las palabras no salían de mi boca.
Miré a Gleen, tratando de encontrar algún indicio de que estaba bromeando, pero su expresión era seria y cargada de culpa.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté, mi voz temblando un poco. Mi mente luchaba por entender la gravedad de la situación.
Gleen bajó la mirada, como si no pudiera soportar la presión de mis ojos. Finalmente, habló en un susurro quebrado.
—He estado viéndome con Maggie en secreto —dijo—. Ella me confesó que hay zombies en el granero.
El aire parecía volverse más denso. Mi corazón latía rápido mientras intentaba procesar lo que acababa de decir.
—¿Pero por qué no me lo dijiste antes? —le pregunté, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación.
Gleen suspiró profundamente, su rostro lleno de angustia.
—Ella me pidió que no se lo dijera a nadie. Me lo confió en confianza, y me prometió que mantendría el secreto. Pero no puedo seguir con esto. La culpa me está matando.
Me quedé en silencio, asimilando las palabras de Gleen. La realidad de la situación me golpeaba con fuerza. El granero, ese lugar que había considerado seguro, ahora era un nido de peligro. El miedo me invadía, y sentía que el suelo se deslizaba bajo mis pies.
—Tenemos que hacer algo —dije finalmente, tratando de recuperar la compostura—. No podemos dejar que esto pase.
Gleen asintió, sus ojos reflejando un entendimiento compartido. Mientras continuábamos nuestro camino, la urgencia de la situación se hacía cada vez más palpable. Teníamos que encontrar una solución, y teníamos que hacerlo rápido.
A medida que caminaba hacia la práctica de tiro, la gravedad de lo que Gleen me había revelado no dejaba de dar vueltas en mi mente. La idea de los caminantes en el granero era preocupante, y sabía que no podía ignorarla. Sin embargo, intenté despejar mi mente, enfocándome en lo que estaba frente a mí en ese momento.
Cuando llegué, vi a Rick y a uno de los grupos de Hershel discutiendo acaloradamente. La conversación estaba cargada de tensión, pero decidí no involucrarme. Las disputas entre los grupos eran algo que podía evitar si me concentraba en mis propios asuntos.
Entonces, mi atención se desvió hacia Carl, que estaba cerca, luciendo el sombrero de su padre. Me acerqué y le dije con una sonrisa genuina:
—Lindo sombrero, Carl. Te ves muy bien con él.
Carl se sonrojó inmediatamente, su mirada baja y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro. Era un pequeño alivio ver a Carl tan contento, una chispa de normalidad en medio de toda la incertidumbre que nos rodeaba.
Observé su reacción y me sentí momentáneamente reconfortado. A veces, los pequeños gestos y las palabras amables eran todo lo que necesitábamos para seguir adelante en un mundo que parecía estar constantemente al borde del caos.
Carl y yo nos quedamos allí, el sombrero de Rick aún reposando en su cabeza mientras miraba hacia el campo de tiro. La seriedad de la situación con los caminantes y la tensión entre los grupos parecían desvanecerse un poco mientras hablábamos.
—Oye, Thomas —dijo Carl, con una chispa de determinación en sus ojos—. ¿Me enseñarías a disparar?
Fruncí el ceño, un poco sorprendido. Nunca me había considerado un experto en el tiro.
—La verdad, Carl, no soy muy bueno en eso —admití—. No es mi fuerte.
Carl no pareció desalentado. Al contrario, su rostro se iluminó con una sonrisa decidida.
—No importa. Igual quiero que tú me enseñes. Además, si aprendemos juntos, será mejor. Y yo sí creo que eres bueno en esto.
Me sorprendió la confianza que tenía en mí. Sonreí a Carl, sintiendo una calidez en el pecho. Había algo en su sinceridad y en esa pequeña sonrisa que me hacía sentir bien.
—Sabes, Carl —dije, con una sonrisa tierna—, eres muy lindo.
Carl se sonrojó un poco, pero no dejó que eso lo detuviera. Su mirada se volvió aún más decidida.
—Gracias, Thomas. Vamos a hacerlo
Caminamos juntos hacia el campo de tiro, y por un momento, sentí que la gravedad de todo lo que estaba ocurriendo se aliviaba un poco. Quizás, en medio de todo este caos, los pequeños momentos de conexión y aprendizaje eran los que realmente importaban.
Carl y yo estábamos a punto de comenzar, cuando recordé algo importante. Me detuve y miré a Carl con seriedad.
—Antes de que empecemos —le dije—, necesitas pedirle permiso a tus papás. No podemos hacer esto sin su consentimiento.
Carl frunció el ceño, pero entendió la importancia de lo que decía. Asintió lentamente y se dirigió hacia donde Rick estaba discutiendo con Hershel. Lo observé mientras Carl se acercaba, claramente nervioso.
En ese momento, la conversación entre Rick y Hershel parecía estar bajando de intensidad. Carl se aclaró la garganta y se acercó con decisión. Aunque no podía escuchar lo que decían, podía ver la preocupación en la cara de Rick cuando miró a Carl.
Finalmente, Rick se giró hacia mí y me lanzó una mirada inquisitiva. Carl volvió hacia mí, con una mezcla de alivio y expectativa en su rostro.
—Mis papás están de acuerdo —dijo Carl con una sonrisa—. Podemos empezar cuando quieras
Sonreí y asentí, aliviado de que todo estuviera en orden. Era importante que, a pesar de la urgencia del mundo en que vivíamos, respetáramos las decisiones y preocupaciones de los demás.
—Perfecto, Carl. Vamos a hacerlo. Pero recuerda, la seguridad es lo primero, así que siempre mantén la calma y sigue mis instrucciones.
Carl asintió, su entusiasmo renovado. Nos dirigimos al campo de tiro, y mientras me preparaba para enseñarle, me sentí satisfecho de poder darle a Carl una pequeña chispa de normalidad y aprendizaje en medio de todo el caos que nos rodeaba.
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Love in the Apocalypse
HorrorEn un mundo devastado por el apocalipsis zombie, Thomas ha logrado sobrevivir escondido en un bunker, alejado del caos que azota la tierra. Sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando Rick Grimes entra en el bunker qué también estaba escondido...