Capitulo 38 Parte 1

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Thomas

Lo único que podía pensar mientras miraba el autobús alejarse era el vacío que me dejaba la ausencia de Thomas. La adrenalina aún corría por mis venas, pero el miedo empezaba a apoderarse de mí.

—Carl, ¿dónde está Thomas? —me preguntó Katie, su voz temblando con la misma angustia que sentía yo.

—No lo sé... —respondí, sintiendo el nudo en mi estómago—. Me dijo que corriera al autobús. Pero… no entiendo por qué no está aquí.

Sophia, con su mirada llena de preocupación, añadió: —¿Crees que seguirán en la cárcel?

Traté de mantener la voz firme, pero la incertidumbre me atormentaba. —No estoy seguro. Tal vez lograron escapar, pero… —mi mente divagaba hacia mis padres. Judith mi hermana, y mi papá, estaban en alguna parte, y la idea de que pudieran estar en peligro me paralizaba.

El caos del lugar se desvaneció, y solo quedamos nosotros, aferrados a la esperanza de que todos estuvieran a salvo. Pero la soledad me golpeó de lleno. Estaba allí, rodeado de amigos, y aún así me sentía completamente solo.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Katie , su voz quebrándose bajo la presión del pánico.

Tenía que pensar rápido. Tenía que actuar. —Primero, debemos salir de aquí —dije, aunque la incertidumbre me carcomía por dentro—. Si Thomas no está con nosotros, debemos buscarlo.

Katie me miró, sus ojos llenos de preguntas. —¿Y si no lo encontramos?

—No lo sé —respondí, con la verdad más dura que el acero—. Pero no puedo dejarlo atrás. Ni a él, ni a Judith, ni a mi papá.

Sabía que mi papá y Thomas podían protegerse pero me da miedo judith era solo una bebé y pienso en mi mamá y el hecho de que murió se sacrifico por ella

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Mientras corría junto a Mattheo por la carretera desierta, la angustia se apoderaba de mí. No sabía si Carl y el resto habían logrado escapar, y la idea de que pudieran estar en peligro me consumía.

—¿Crees que se habrán ido lejos? —preguntó Mattheo, su voz temblando.

—No lo sé. Solo espero que estén bien —respondí, intentando mantener la calma. La preocupación por Carl me seguía como una sombra.

A lo lejos, vi una construcción semiderruida al borde de la carretera. —Mira, podríamos revisar ese lugar. Tal vez haya alguien ahí o algo que podamos usar.

Asintió y nos acercamos con cautela, el corazón latiendo con fuerza en el pecho. La puerta de la entrada crujió al abrirse, revelando un interior sombrío. Nos asomamos, esperando encontrar a alguien del grupo, pero solo encontramos silencio.

—¿Hay alguien aquí? —grité, pero solo el eco respondió.

Nos adentramos un poco más, y el ambiente se tornó más inquietante. Luego, de repente, un ruido proveniente de una habitación trasera me hizo detenerme. Miré a Mattheo, y un gesto de complicidad nos llevó a acercarnos juntos.

Cuando empujé la puerta, una figura inerte cayó al suelo: un zombie. Su cuerpo estaba en un estado lamentable, como si hubiera estado atrapado ahí durante días. El olor era nauseabundo, y me tapé la nariz mientras retrocedía.

—Es solo un muerto —dijo Mattheo, visiblemente aliviado—. Pero… ¿dónde está el resto?

Mi corazón se hundió. Este lugar, que había prometido ser un refugio, ahora solo ofrecía más preguntas. —No lo sé. Esto no tiene sentido. Deben estar cerca.

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