La puerta se abrió lentamente, y ahí estaba ella. Sophia. Su rostro mostraba una mezcla de nerviosismo y timidez, y su voz apenas era un susurro cuando dijo:
-Hola, ¿cómo estás?
Me sorprendí al verla. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos hablamos, y su presencia me hizo sentir un torbellino de emociones. Pero, en lugar de la alegría que debería haber sentido, una oleada de frustración me invadió.
-Bien -respondí, aunque sabía que era una mentira. La verdad era que no estaba bien. No podía estarlo.
Un silencio incómodo se instaló entre nosotras, y finalmente, no pude contenerme
-Sabes qué, no, no estoy bien. ¿Crees que soy tu juego? -mi voz se elevó, y podía sentir cómo la rabia comenzaba a burbujear en mi interior-. Las dos somos adultas para seguir en ese juego estúpido de que tú me ilusionas y luego desapareces. ¿Crees que no tengo sentimientos?
La mirada de Sophia se tornó triste, y su voz tembló cuando dijo mi nombre.
-Katie...
-No, Sophia -interrumpí, sintiendo que la frustración se apoderaba de mí-Por un momento, déjame en paz. Si no sientes lo mismo que yo, te pido por favor que dejes de jugar conmigo. Ya tengo suficientes problemas para que tú seas otro.
Sin esperar su respuesta, salí de la casa, sintiendo cómo el aire fresco me golpeaba la cara. La rabia y la tristeza se entrelazaban en mi pecho, y mientras caminaba, sabía que había dicho lo que necesitaba. Pero, al mismo tiempo, el vacío que dejaba su ausencia me dolía más de lo que quería admitir.
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Me quedé paralizada en el umbral de la puerta, el eco de las palabras de Katie resonando en mi mente como un tambor. Su voz, llena de dolor y frustración, me atravesó como un cuchillo. ¿Realmente había sido tan estúpida? La verdad me golpeó con fuerza: había estado jugando con sus sentimientos, y ahora estaba pagando el precio.La puerta se cerró tras ella, y el silencio que quedó era ensordecedor. No sabía qué hacer. La confusión y la culpa se entrelazaban en mi pecho, y por primera vez desde que comenzó este apocalipsis, sentí que las lágrimas amenazaban con brotar.
Me dejé caer al suelo, sintiendo el frío del piso contra mi piel. Era un lugar seguro para permitirme sentir, para dejar que la tristeza fluyara. Lloré, y no solo por Katie. Lloré por todo lo que había perdido, por la distancia que se había creado entre mí y mi tía Carol, por la soledad que me envolvía.
Nunca me había permitido llorar de manera sincera. Siempre había mantenido mis emociones a raya, como si mostrar debilidad fuera un lujo que no podía permitirme. Pero ahora, mientras las lágrimas caían, sentí que todo lo que había reprimido salía a la superficie.
Pensé en Sofía, mi prima, y en cómo la vida nos había separado. En cómo, a pesar de estar rodeado de personas, a menudo me sentí más sola que nunca. Lloré por los momentos perdidos, por las risas que ya no compartíamos, por la familia que se desmoronaba a nuestro alrededor.
Y luego estaba Thomas. Había estado tan ilusionada con él durante años, aferrándome a un amor platónico que nunca se materializó. En el fondo, sabía que nunca me querría de la manera en que deseaba, pero aún así, me había dejado llevar por la esperanza. Ahora, esa esperanza se sentía como una broma cruel.
Las lágrimas caían sin control, y cada sollozo era un recordatorio de lo frágil que era todo. La vida, el amor, la familia... todo se sentía tan inalcanzable. Me dejé llevar por el dolor, permitiéndome sentir cada emoción que había estado escondiendo. Era un momento de vulnerabilidad, y aunque me dolía, también era liberador.

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Love in the Apocalypse
HorrorEn un mundo devastado por el apocalipsis zombie, Thomas ha logrado sobrevivir escondido en un bunker, alejado del caos que azota la tierra. Sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando Rick Grimes entra en el bunker qué también estaba escondido...