Capítulo 11: Cena Inesperada

2 1 0
                                    

Durante el mes que siguió al regreso de Irina al hielo, la rutina en el Aurora Ice Arena se mantuvo constante. Día tras día, Irina entrenaba con la misma intensidad de siempre, enfrentándose a cada indicación de Ethan con su habitual orgullo. Aunque seguía mostrándose inflexible ante sus correcciones, había aprendido a contener sus respuestas, canalizando su frustración en movimientos mas precisos sobre el hielo.

Por su parte, Ethan se mantenía paciente, ajustando el programa corto y largo de Irina. Si bien ella se adaptaba rápidamente a los cambios, seguía sin aplicar las instrucciones de Ethan para mejorar aspectos clave de su técnica. Incluso en la parte artística, que era su punto más débil, Irina no terminaba de seguir sus consejos.

Klara, mientras tanto, parecía más distante de lo habitual. Irina notó cómo sus interacciones se habían reducido a lo esencial: un saludo al llegar y una despedida al irse. No solo era con ella; Klara evitaba cualquier conversación innecesaria, incluso con Ethan, y se limitaba a realizar su trabajo en silencio. Este cambio no pasó desapercibido para Irina, quien en más de una ocasión pensó en acercarse a Klara para averiguar más sobre ella. Sin embargo, la barrera que había entre ambas y la falta de oportunidades para entablar una conversación frustraban cualquier intento.

Así, los días pasaron rápidamente, y antes de que Irina se diera cuenta, la competición estaba a la vuelta de la esquina. El día anterior, se quedó en la pista hasta tarde, perfeccionando cada movimiento de sus programas. 

—¡Irina! —la llamó Ethan desde un costado de la pista.

Al escucharlo, Irina se detuvo, respirando con dificultad tras el esfuerzo, y se deslizó hacia donde su entrenador estaba.

—¿Sí? —preguntó, tratando de recuperar el aliento.

—Creo que deberías dejarlo por hoy. No queremos sobrecargar tu cuerpo justo antes de la competición.

Irina asintió, dejando escapar un suspiro. Con un pequeño salto, se sentó en la barrera, sintiendo los músculos tensos mientras se tomaba un momento para relajarse. 

—Estuve pensando... ¿Qué te parece si nos quedamos a cenar aquí?

—¿Cenar aquí? —repitió Irina sorprendida.

—Sí, tú, Klara y yo. Hay algunas cosas finales que quiero discutir contigo, y también sería bueno pasar un rato juntos antes del gran día. Además, he pedido pizza. No puedes negarte a una buena pizza. 

Irina esbozó una sonrisa, era la primera vez que haría algo así por lo que no pudo evitar sentir una leve emoción.

—Claro, me parece bien.

—Perfecto. Ve a cambiarte y, mientras tanto, yo hablaré con Klara.

Irina asintió y se bajó de la barrera, caminando hacia el vestuario con pasos ligeros mientras Ethan se dirigía hacia la zona de recepción, donde Klara estaba detrás del mostrador, revisando su teléfono.

—¿A qué hora piensan irse? —preguntó Klara sin levantar la vista con su tono tan neutral como siempre.

—No nos vamos a ir. Nos quedaremos a cenar, y tu estas invitada.

Klara alzó una ceja, claramente sorprendida.

—¿Qué? Ni hablar. Tengo trabajo que hacer, y además, no estoy para cenas improvisadas.

—Tu siempre tienes que trabajar. Da igual, ya es demasiado tarde para negarte. Ya he pedido pizza para nosotros tres, y no acepto un no como respuesta.

—Algún día voy a renunciar, ya lo sabes —dijo Klara con un susurro cansado.

—No podrías hacerlo. Este lugar es tu hogar. —Ethan sonrió, intentando aligerar el ambiente.

Klara negó con su cabeza y se puso de pie, comenzando a recoger los papeles que había en el escritorio y limpiando la superficie. Sabía que cenarían allí, no seria la primera vez que lo hacían. Ethan y ella ya habían compartido más de una comida en el Aurora.

Pasados unos minutos, Ethan, Klara e Irina se encontraban sentados alrededor del escritorio, comiendo en silencio. Irina observaba de reojo a Klara, quien mantenía la mirada fija en su pizza sin mirar a ninguno de los dos. 

Finalmente, Ethan decidió romper el silencio.

—¿Cómo te sientes sabiendo que mañana debes competir? —preguntó, dirigiendo su mirada a Irina—. Tuvimos suerte de que será aquí en la ciudad, nos ahorramos el viaje. 

Irina se encogió ligeramente, con su mirada en Ethan mientras jugueteaba con una rebanada de pizza.

—Siempre me siento algo nerviosa la noche anterior a una competición. No importa cuántas veces lo haga, el nerviosismo nunca desaparece del todo. Pero, de alguna manera, eso también me motiva.

—Recuerdo que me sentía igual en mis momentos —respondió Ethan con una sonrisa nostálgica.

Orgullo de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora