Irina estaba acostada boca arriba en su cama, mirando el techo en completo silencio. Con solo el sonido del viento invernal al otro lado de la ventana y el ocasional paso de algún vehículo rompían la calma de la noche.
Había intentado cerrar los ojos, obligarse a dormir, pero cada vez que lo hacía, los pensamientos regresaban, trayendo consigo todo lo que había sucedido ese día. La imagen de Susie, su risa despreocupada y su falta de técnica, se repetía una y otra vez. Irina no lograba entenderla.
"No tiene sentido", pensó Irina mientras se giraba hacia un lado, con su cuerpo un tanto tenso bajo las sábanas. "¿Cómo puede estar tan tranquila, tan satisfecha? ¡Ni siquiera es buena!" Suspiró con frustración. En la pista, ella siempre había buscado la perfección. Para Irina, no había otra forma de hacer las cosas: o eras la mejor o no valías nada. Pero Susie... ella patinaba como si todo fuera un juego, como si la competencia no importara, como si no estuviera preocupada por ser mejor que nadie. Y esa actitud la irritaba más de lo que quería admitir.
Después estaba Klara. Irina podía escuchar en su cabeza las correcciones que siempre les hacía a sus movimientos, y aunque le costara aceptarlo, las estaba aplicando poco a poco. Se preguntaba si realmente debía cambiar su forma de patinar, olvidar lo que ya sabía para incorporar esas sugerencias. Sugerencias que, aunque resistía, estaban mejorando su técnica.
Ella, que siempre pensó que patinaba a la perfección y que no necesitaba escuchar a nadie, ahora seguía los consejos de alguien que ni siquiera era una entrenadora oficial, pero que había sido una de las mejores patinadoras en su momento.
"¿Por qué estoy haciendo esto?", se preguntó confundida, pero a la vez frustrada. No quería admitir que Klara y Ethan tenía razón en muchas cosas. No quería aceptar que Susie, con toda su torpeza, parecía disfrutar de algo que para Irina había sido siempre una lucha por ser la mejor.
Se dio la vuelta otra vez, con la mente aun dando vueltas. "¿Qué me está pasando?" Las dudas, los comentarios de Klara y las indicaciones de Ethan, la presencia de Susie, todo parecía estar haciéndola cuestionar cosas que nunca antes había puesto en duda. Pero lo peor de todo era la sensación de que, a pesar de su orgullo, algo en su interior empezaba a cambiar.
Irina suspiró, pasándose una mano por el rostro. El insomnio la estaba volviendo loca. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado durante el día. Y, sin saber muy bien por qué, de repente sintió la necesidad de hablar con alguien, con Klara. Quizá escuchar su tono de pocos amigos, su humor sarcástico o esas respuestas afiladas le ayudarían a despejar su mente.
Tomó su celular de la mesita de luz, dudando por un segundo. Miraba su teléfono, con la luz de la pantalla iluminando su rostro en la oscuridad de la habitación. Observó el número de Klara, pero no se atrevía a presionar la pantalla; le costaba imaginar qué diría. Se preguntaba si era extraño llamarla a esas horas.
Volvió a dejar el celular sobre la mesita de luz y se acomodó de nuevo en la cama, arropándose con la manta mientras cerraba los ojos una vez más con la intención de dormirse. Pero, como era de esperarse, los pensamientos seguían revoloteando por su mente, impidiéndole descansar. Solo bastaron un par de minutos para que, con un suspiro frustrado, volviera a tomar el celular y buscara el número de Klara.
Sin pensarlo más, cerró los ojos y tomó un profundo respiro, sintiendo cómo el aire llenaba sus pulmones antes de tocar la pantalla. El tono de llamada resonó en la silenciosa habitación, rompiendo la calma nocturna. Pasaron varios segundos que se sintieron eternos antes de que Klara contestara.
—¿Irina? —la voz de Klara sonó apagada, con un tono grave y adormilado—. ¿Qué haces llamando a esta hora? —hubo una pausa, seguida de un bostezo—. Deberías estar durmiendo.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...