Capítulo 31: Complicado de Ocultar

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Las semanas comenzaron a transcurrir, y los entrenamientos en el Aurora seguían con la misma intensidad de siempre. La fecha de la competencia se acercaba cada vez más, y corregir los últimos detalles de los programas se había vuelto esencial.

Desde la noche de su cumpleaños, Irina había empezado a mostrar un cambio en su comportamiento hacia las personas a las que ahora consideraba amigos. Era más abierta con Susie, conversando con ella incluso por chat cuando estaba en casa, intercambiando bromas y detalles de sus vidas que antes nunca se habría molestado en compartir. Con Ethan, el vínculo se había profundizado; ya no lo veía solo como su entrenador, sino también como alguien en quien podía confiar plenamente.

En cuanto a Klara, las cosas se habían vuelto un poco más complicadas. Desde que Irina reconoció sus sentimientos hacia ella, cada interacción parecía un desafío. Ya no podía sostener el contacto visual por mucho tiempo sin sentirse extraña, y las pequeñas acciones cotidianas, como un saludo, le generaban cierto nervio y felicidad que apenas podía controlar. Por más que disfrutara esa sensación de estar enamorada, también le resultaba difícil mantener la compostura. Se sentía constantemente dividida entre el deseo de acercarse más a Klara y el miedo a no poder ocultar lo que realmente sentía.

Incluso el patinaje, que siempre había sido su escape, se veía afectado. Cuando Klara intervenía para corregir alguna postura, sus manos rozaban los hombros de Irina o acomodaban su torso para alinear su posición. El roce era inevitable, y la intensidad de esos breves contactos la dejaba con el corazón acelerado y un rubor que intentaba disimular a toda costa. Concentrarse se volvía una tarea difícil; en esos momentos, le costaba diferenciar si lo que sentía era nerviosismo, entusiasmo o simplemente un deseo profundo de prolongar esos instantes.

—¿Aún no le has dicho? —preguntó Susie, sentada en una de las bancas del vestuario, mirándola con preocupación mientras se inclinaba un poco hacia adelante.

—Ya te lo dije, Susie. No puedo, no sé cómo hacerlo. Además, te dejé en claro que a ella no le gustan las mujeres. No hay forma de que me vea de otra forma que no sea como una amiga... o su patinadora —respondió Irina, cruzando los brazos y mirando al suelo.

—¿Y quién dice que eso no puede cambiar? —Susie esbozó una leve sonrisa, encogiéndose de hombros—. A veces las personas pueden sorprenderte, ¿sabes?

—Hay cosas que no se pueden cambiar —murmuró Irina, dejándose caer en otra banca. Llevó las manos al rostro, apoyando los codos sobre sus rodillas, y suspiró profundamente—. A veces siento que estoy pidiendo demasiado, incluso solo con imaginarlo.

Susie la observó en silencio, con una expresión suave. Después de un momento, habló.

—¿Tienes miedo de que te rechace?

—Claro que lo tengo. Pero... no es solo eso —Irina bajó las manos y las apoyo a los costados de sus piernas, con su mirada perdida en el suelo—. No quiero que me mire con... asco o decepción por ser... —guardó silencio, como si le diera miedo decirlo.

—¿Lesbiana? —completó Susie suavemente, viendo como Irina asentía.

—Sé que no le va a agradar; la noche de mi cumpleaños me dijo que su opinión sobre la homosexualidad era... bastante fuerte. Respeto que tenga sus propias opiniones y no me molesta, pero eso no cambia lo que siento por ella. No es como si pudiera borrar este sentimiento de un día para otro.

—No creo que sienta asco por eso —dijo Susie, con una expresión reconfortante—. No pienso que te rechazaría solo por lo que eres.

—No lo sé. Además, otra cosa que me preocupa es que ella es mi entrenadora, y si me rechaza, nuestra relación cambiará. No quiero perder su amistad, mucho menos lo que hemos construido como equipo. Todo esto significa demasiado para mí.

Orgullo de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora