Una hora después, estaba tendida en la dura banca de la celda, con una mano sobre su vientre y la otra apoyada detrás de su nuca, mirando el techo con calma. El tenue sonido de pasos acercándose rompió el silencio de la sala, pero Klara no se inmutó. Mantuvo la mirada fija aun en el techo, respirando lenta y profundamente, como si estuviera en cualquier otro lugar, menos en una celda.
—Tienes visitas —dijo un policía desde el otro lado de las rejas.
Klara giró la cabeza y levantó la mirada, con un destello de curiosidad en sus ojos. Al ver a Irina al otro lado de la celda, con el ceño fruncido y una mirada de enojo, una media sonrisa se dibujó en su rostro.
Irina cruzó los brazos y, sin molestarse en ocultar su enfado, disparó:
—¿Estás loca? ¿Qué diablos estabas pensando al entrar en mi casa?
Klara se sentó lentamente, apoyándose en la pared con un suspiro, pero sin dejar de mirarla.
—Me pareció necesario. Tenía que asegurarme de algo.
Irina frunció aún más el ceño, visiblemente alterada por la frialdad de Klara.
—¿Asegurarte de qué? ¡No tienes ningún derecho a entrometerte así! —replicó Irina, elevando la voz sin preocuparse por la presencia del policía que observaba la escena desde la esquina.
Klara soltó una ligera risa, encogiéndose de hombros como si el tema no fuera nada.
—El cáncer es una enfermedad jodida, ¿no? —dijo con tono sarcástico.
Irina apretó los puños y dio un paso adelante, con su expresión reflejando dolor.
—¿En serio crees que mi mamá está mintiendo con eso? —Irina la miraba, incrédula—. ¿Qué tipo de persona eres? Creí que podía confiar en ti, pero... eres una persona cruel, Klara. No puedo creer que hayas hecho todo esto solo porque dudas de ella.
Klara la miró sin parpadear, con esa frialdad que Irina había visto antes.
—Sí, lo creo. No sería la primera vez que alguien lo hace, y por desgracia tampoco será la última —respondió Klara sin inmutarse—. En cuanto a lo persona cruel. Si, lo soy. Pero la diferencia es que yo nunca fingiría tener una enfermedad para manipular a alguien.
Irina negó con la cabeza, como si tratara de alejar las palabras de Klara. Finalmente, dio un paso atrás y apartó la mirada, con los ojos húmedos y los labios temblando de rabia contenida.
—Eres una desalmada. ¿Sabes qué? No quiero verte nunca más. Has cruzado una línea, y no pienso perdonarte. —Su voz se quebró ligeramente, revelando la decepción y el dolor detrás de su rabia—. Todo este tiempo pensé que... No sé, tal vez pensé que había algo más en ti. Pero me equivoqué. Eres una mierda de persona, Klara
Antes de que pudiera alejarse del todo, Klara alzó la voz, con un tono seco.
—Revisa la foto que te envié, la que le tomé al papel con el diagnóstico de tu madre. Que lo revise un doctor de verdad. Al menos para saber si soy una persona desalmada como piensas, o si realmente tengo razón.
Sin responder, Irina se retiró del lugar, con sus pasos resonando en el pasillo mientras salía. Klara la observó hasta que desapareció de su vista, con sus ojos volviendo luego al policía que permanecía de pie junto a la celda, mirándola con desaprobación.
—¿Qué? —espetó Klara, arqueando una ceja—. ¿Cuándo voy a poder salir?
El policía negó con la cabeza, cruzando los brazos.
—Parece que no es la primera vez que tienes problemas con la ley. Tendrás que pasar la noche aquí. Mañana veremos qué hacer contigo.
Klara soltó un suspiro y murmuró, casi para sí misma:
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...