Capítulo 3: Hielo y Orgullo

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A la mañana siguiente, Irina caminaba en dirección a su nuevo lugar de entrenamiento. El clima estaba frío y nublado, indicando que faltaba cada vez menos para que el invierno llegara. Con su cuello envuelto con una bufanda y sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo, se mantenía caliente mientras se acercaba a la entrada del "Aurora Ice Arena". Mientras caminaba, no podía evitar sentirse un tanto nerviosa, preguntándose cómo sería entrenar en un lugar tan diferente a lo que estaba acostumbrada.

Abrió la puerta con un leve crujido y, al entrar, fue recibida por el silencio absoluto. El mostrador de recepción estaba vacío y las taquillas aún cerradas, indicando que era la primera en llegar. 

Dejó sus cosas en uno de los bancos de madera, retirando su mochila, abrigo y bufanda con movimientos lentos. El sonido de sus propios pasos le hizo sentir la soledad del lugar. Sin embargo, esa calma le daba una sensación de estar en un refugio aislado del resto del mundo, algo que disfrutaba.

Decidió dirigirse hacia la pista de hielo y, a medida que se acercaba, distinguió una figura trabajando en el mantenimiento del hielo. Klara estaba allí, arrodillada sobre una zona del hielo, la cual se encontraba rellenando y alisando.

Sin hacer ruido, Irina se acercó al borde de la pista y dejó sus manos descansando en la barrera, observando a Klara en silencio, quien aún no había notado su presencia. 

Irina permaneció allí un momento, observando cómo Klara terminaba de pulir una sección del hielo y se desplazaba a la siguiente. Finalmente, decidió hacerse notar.

—Buenos días —dijo Irina, resonando su voz en la pista vacía.

—Llegaste temprano —respondió Klara con tono neutral sin siquiera levantar la mirada o detener su trabajo.

—Me gusta levantarme a esta hora.

—Ya veo...

Tras decir eso, el silencio nuevamente se hizo presente, escuchándose solo el sonido del trabajo de Klara. Algo que llamó la atención de Irina fue el hecho de que Klara parecía no llevaba calzado especial con suelas antideslizante, solo usaba unas zapatillas comunes y corrientes.

—Parece que sabes lo que haces —comentó Irina, intentando romper el hielo, literal y figurativamente.

—Llevo haciendo esto mucho tiempo —respondió Klara.

Nuevamente, la conversación se detuvo. De por sí a Irina le costaba mucho trabajo conversar con otras personas por el simple hecho de no estar acostumbrada a socializar. Pero, con Klara era mucho más difícil, porque parecía que esta simplemente quería evitar hablar con todo el mundo.

Irina observó a Klara por un momento más, pero al no encontrar las palabras adecuadas, decidió alejarse y comenzó a caminar alrededor de la pista con lentitud. Su mirada se deslizó por el lugar, notando detalles que antes había pasado por alto: un pequeño cuarto al fondo donde guardaban la máquina pulidora de hielo y las tuberías expuestas que corrían a lo largo de las paredes, encargadas de mantener la temperatura baja. Todo en ese lugar tenía un aire funcional y sin pretensiones.

"¿Cuántos siglos tiene este lugar?", pensó, deteniéndose y levantando la mirada hacia las vigas de madera expuestas que sostenían el techo. El techo era alto, pero no transmitía la misma sensación de amplitud que las modernas instalaciones. Recordó los brillantes focos LED que iluminaban cada rincón de la pista donde solía entrenar, los amplios vestuarios con calefacción controlada, y los asientos acolchonados que rodeaban la pista, diseñados para la comodidad de los espectadores.

En cambio, en ese lugar, todo era tan primitivo. Las viejas tuberías parecían apenas soportar la carga de mantener el hielo en su estado perfecto, y la Zamboni, parecía fuera de lugar en un escenario que no había cambiado en décadas. Irina no podía evitar sentirse fuera de lugar todo el tiempo.

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