Capítulo 18: El Dolor y el Orgullo

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La mañana era tranquila, y en la recepción del Aurora Ice Arena, Klara y Ethan estaban sentados frente a un tablero de ajedrez. Klara, con una pierna cruzada sobre la otra y una mirada concentrada, movía una de sus piezas. Ethan, en cambio, tenía los codos apoyados sobre el escritorio y la cabeza entre las manos, luchando por mantener los ojos abiertos.

—Te vas a quedar dormido en cualquier momento —comentó Klara sin levantar la vista del tablero, moviendo su caballo.

—Estoy aburrido —respondió Ethan, bostezando mientras se frotaba los ojos con gesto cansado—. Y, por si fuera poco, me estás acorralando. No puedo pensar así.

—Te dije que no vinieras tan temprano —replicó Klara—. Irina está en sus días de descanso. Ni siquiera sé por qué te molestas en esperar.

—No vine por Irina —murmuró Ethan, observando el tablero en busca de una jugada salvadora—. Tenía que hacer algunas cosas temprano y no quería volver a casa. Pero la verdad, no entiendo cómo tú no te aburres estando aquí sin nada que hacer.

Klara sonrió ligeramente, moviendo otra pieza y arrinconando aún más al rey de Ethan.

—Ya hice mi trabajo. Aun así, siempre hay algo que hacer, aunque sea aplastarte en ajedrez —respondió con tono de diversión—. Aunque hoy, extrañamente, te lo pondré fácil.

—Fácil... claro —refunfuñó Ethan mientras su torre quedaba atrapada.

Klara lanzó una mirada rápida a Ethan, apenas conteniendo una sonrisa. De repente, ella recordó algo y abrió la boca para soltarlo.

—Ah, por cierto, ahora también soy entrenadora de Irina.

Ethan levantó la vista, completamente despabilado.

—¿Qué? —preguntó, mirándola incrédulo.

Klara lo observó por un momento, disfrutando su reacción, antes de responder con calma.

—Lo que oíste. Irina decidió que ahora también soy su entrenadora.

Ethan soltó una carcajada, pensando que era una broma.

—No puedes estar hablando en serio.

Klara esbozó una sonrisa enigmática, como si lo que acababa de decir fuera lo más normal del mundo.

—Tú decides si me crees o no —replicó, sin apartar la vista del tablero.

En ese instante, el sonido de la puerta abriéndose hizo que ambos voltearan hacia la entrada. Para sorpresa de los dos, era Irina quien acababa de entrar.

—Hablando del diablo —murmuró Klara en voz baja, aunque lo suficientemente alto para que Ethan la oyera.

Irina, sin darse cuenta del desconcierto en la sala, les dirigió un saludo casual.

—Buenos días —dijo con naturalidad, acercándose a ellos.

Ethan, todavía tratando de asimilar lo que acababa de escuchar, se levantó de su asiento, con su mirada fija en Irina, buscando alguna señal de que todo esto era parte de algún malentendido.

—Irina... ¿es verdad? ¿Klara ahora también es tu entrenadora? —preguntó, con su tono cargado de incredulidad.

Irina asintió sin darle mucha importancia, como si la pregunta fuera obvia.

—Sí. ¿Por qué? —respondió, su tono tranquilo contrastando con la sorpresa que reflejaba el rostro de Ethan.

Klara, sin despegar los ojos del tablero, murmuró en voz baja:

—Te lo dije.

Ethan la miró por un segundo más, y luego volvió su atención a Irina. La situación lo tenía completamente desconcertado, como si hubiera llegado tarde a una película y se hubiera perdido la parte más importante de la trama.

Orgullo de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora