Capítulo 9: Reconexión

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Los días transcurrieron sin mayor novedad en el Aurora Ice Arena, mientras Irina contaba las horas para volver al hielo. Klara continuaba ocupada en su rutina, asegurándose de que todo en el Aurora funcionara como debía, mientras Ethan seguía dedicado a la instrucción de sus jóvenes patinadores. El contacto con Irina había sido casi inexistente; solo unas pocas llamadas esporádicas de Ethan para verificar cómo se encontraba, y nada más. 

La noche antes de que terminara el descanso de Irina, la ansiedad la mantuvo despierta. Saber que al día siguiente podría volver al hielo la llenaba de una energía que no lograba contener. Se levantó mucho antes de lo habitual, cuando el sol ni siquiera había salido. Tras una ducha rápida, se preparó un desayuno ligero, más por rutina que por hambre. Se abrigó bien y salió de casa, sintiendo el aire frío de la madrugada en su rostro.

La ciudad estaba sumida en una calma oscura, con las calles apenas iluminadas por el alumbrado público, reflejando la misma soledad que Irina había sentido durante su descanso forzado. 

Sabiendo que el autobús podría tardar en llegar a esas horas, decidió no esperar y tomó un taxi. El trayecto hacia el Aurora Ice Arena le pareció eterno, aunque en realidad fueron solo unos minutos. Una vez frente a la entrada, no perdió tiempo y avanzó con paso rápido hacia la puerta.

La encontró abierta, lo que confirmaba que Klara ya estaba allí. Al cruzar la puerta, notó la calma del lugar. Klara no estaba en la zona de recepción, tampoco trabajando en le hielo, lo que hizo que Irina asumiera que estaba ocupada en alguna otra tarea. Sin detenerse más, caminó hacia el banco donde siempre dejaba sus cosas. Soltó su mochila, colgó su abrigo en el perchero y se sentó.

Tomó sus patines, y tras deslizar sus pies dentro de estos, comenzó a ajustarlos. Cada tirón de los cordones lo apretaba con firmeza, asegurándose de que no hubiera ni un solo milímetro de holgura. Mientras se ataba los cordones, su mirada se desvió hacia la pista de hielo, deseando sentir de nuevo esa superficie fría bajo sus pies. Una vez que terminó, se recogió el cabello en una cola alta, preparándose mentalmente para el reencuentro con el hielo que tanto había extrañado.

Sin perder más tiempo, Irina se levantó del banco y caminó hacia la pista. Con movimientos rápidos, retiró los cubrecuchillas y los dejó sobre la barrera, observando por un momento el reflejo de las luces en la brillante superficie del hielo. Tomó una breve inhalación antes de dar el primer paso, y al instante en que sus cuchillas hicieron contacto con el hielo, sintió una oleada de alivio.

Una sonrisa se formó en su rostro mientras comenzaba a deslizarse con suavidad, dejando que el frío acariciara su piel. Cerró los ojos por un instante, entregándose a la sensación, y soltó un suave suspiro, tratando de calmar las emociones que la invadían. Para ella, regresar al hielo después de tantos días era un sentimiento que no podía poner en palabras. Era como reencontrarse con una parte de sí misma que había estado ausente.

Cada movimiento era fluido, y a medida que tomaba velocidad, sentía cómo se disipaba ese sentimiento de cansancio mental de los días pasados. En ese momento, solo existían ella y el hielo, en un vínculo que ningún otro lugar podía ofrecerle. Incluso cuando siempre pensó que el hielo de ese lugar era horrible, en ese momento no le importaba en absoluto. 

Poco a poco, a medida que su cuerpo entraba en calor, Irina comenzó a deslizarse con mayor velocidad. Sus movimientos se volvían cada vez más fluidos y seguros. Con esa libertad recién recuperada, se atrevió a realizar movimientos más complejos, giros rápidos y piruetas que reflejaban la habilidad que había perfeccionado durante años.

Perdida en su propio mundo, Irina no se dio cuenta de que Klara estaba apoyada en la barrera, limpiándose las manos con un trapo manchado de grasa. Solo al detenerse y dirigir su mirada hacia ella fue que la notó. 

Orgullo de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora