A la mañana siguiente, Klara estaba en la recepción del Aurora, revisando algunos patines con la misma expresión tranquila de siempre. Irina, como era su costumbre, había llegado temprano también. Estaba fuera del hielo, justo a un lado de la barrera, concentrada en sus ejercicios de estiramiento.
De vez en cuando, su mirada se desviaba hacia Klara, recordando todo lo que había sucedido los días anteriores. Tras regresar a la ciudad, cada una se fue a su casa a descansar. Irina había decidido tomarse el día para reflexionar sobre las cosas y, sobre todo, dormir. Después de todas las emociones acumuladas en tan pocos días, el agotamiento mental la obligó a pasar casi todo el día en la cama.
Ahora, mientras se estiraba, Irina seguía pensando en varias cosas, pero ya no lograban afectarla de la misma manera. Estaba centrada en el entrenamiento intenso que le esperaba en los próximos días. Con la competición tan cerca, mejorar los últimos detalles de los programas era esencial, en especial ella que perdió varios días de entrenamientos.
De repente, la puerta del Aurora se abrió, haciendo sonar la pequeña campana que colgaba encima. Por ella entró Susie, aunque no con su habitual energía. Parecía un tanto apagada. Klara, quien estaba ocupada revisando los patines, se detuvo al verla acercarse, arqueando una ceja.
—Buenos días, pulguita. ¿Por qué tan desanimada? ¿Es por lo de Irina?
—Buenos días. Sí... aún me deprime saber que Irina no participará en la competición conmigo —respondió Susie, cabizbaja.
Klara no pudo evitar sonreír al escucharla, notando que Susie aún no se había dado cuenta de que Irina estaba allí, a pocos metros.
—Sé que es triste, pero hay que seguir adelante —dijo Klara, conteniendo la risa—. Anda, ve a saludar a tu nueva compañera de patinaje.
—¿Qué? ¿Nueva compañera? —repitió, confusa.
Susie giró rápidamente la cabeza hacia la pista, y al ver a Irina, sus ojos se abrieron de par en par. Sin perder un segundo, salió corriendo hacia ella.
—¡Irina! —gritó con fuerza, llamando su atención.
Antes de que Irina pudiera reaccionar, sintió cómo Susie la rodeaba con los brazos, presionando el rostro contra su pecho en un abrazo apretado.
—¡Regresaste! ¡No te vuelvas a ir así! ¡Y no vuelvas a ignorar mis mensajes! ¡Tonta...! —murmuró Susie, con la voz temblorosa como si fuese a llorar en cualquier momento.
Irina, sorprendida por la intensidad de la reacción, sonrió con ternura. Rodeándola también con sus brazos.
—Lo siento, Susie. He tenido unos días complicados. Siento mucho haberte preocupado.
Susie levantó la mirada, aún sin soltarla del abrazo, con sus ojos llenos de preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó con suavidad.
—Sí, ya me siento mucho mejor —respondió Irina, asintiendo con una pequeña sonrisa—. Estoy aquí, lista para seguir entrenando. Tenemos una competición a la vuelta de la esquina, ¿no?
—¡Así es! —exclamó Susie, soltándola y recuperando su habitual entusiasmo—. ¡Hora de entrenar como nunca!
Klara, que seguía en la zona de recepción, no pudo evitar sonreír al ver la escena. Verlas interactuar de nuevo como si nada hubiese pasado le daba una sensación de calma. Las cosas parecían volver a la normalidad.
Justo en ese momento, la puerta del Aurora volvió a abrirse. Esta vez fue Ethan quien entró. A diferencia de Susie, él notó de inmediato la presencia de Irina y se quedó parado por un segundo, sorprendido. Su mirada se dirigió rápidamente a Klara, quien solo encogió los hombros, restándole importancia.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...