Capítulo 34: Liberación

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Klara continuó acariciando el cabello de Irina, susurrándole palabras de consuelo para ayudarla a encontrar algo de calma. Poco a poco, la respiración de Irina se fue suavizando, aunque la tristeza que reflejaban sus ojos seguía siendo notable. Klara se apartó un poco, y llevando las manos a sus mejillas, las apoyó sobre ellas, secando con suavidad sus lágrimas.

—¿Estás un poco mejor? —preguntó Klara con voz suave, mirándola fijamente a los ojos.

Irina asintió con un movimiento leve, bajando la vista mientras intentaba recomponerse. Cerró los ojos y respiró profundamente antes de responder, tomando después las manos de Klara.

—Sí... un poco mejor —murmuró, apretando con fuerza sus manos, como si se aferrara a ellas para no derrumbarse—. ¿Cómo... puedo sacarte de aquí?

—La verdad, no tengo ni idea. Tal vez puedas hablar con alguien aquí, pero dudo que sirva de mucho.

Irina negó con la cabeza, decidida a no quedarse de brazos cruzados.

—No me importa, voy a intentarlo de todas formas —dijo con firmeza, y al ver que Klara no respondía, se giró hacia el pasillo, lista para hacer algo.

—Irina. —Klara la detuvo con una suave presión en la mano—. No quiero que te metas en problemas por mí. No tienes que hacerlo.

Irina se giró para mirarla, ofreciéndole una pequeña sonrisa detrás de toda esa tristeza que mostraba su mirada.

—Klara, ya has hecho tanto por mí... No puedo quedarme de brazos cruzados. Déjame intentarlo, ¿sí?

Klara la miró en silencio, soltando un leve suspiro antes de asentir, con media sonrisa asomando en sus labios.

—Está bien —concedió, soltándole la mano finalmente—. Haz lo que tengas que hacer.

Con una última mirada decidida, Irina se dirigió hacia la oficina de recepción. Se acercó al mostrador y, esperando a que el oficial la notara, habló con voz firme:

—Necesito hablar con quien esté a cargo. Es importante.

El oficial de guardia, un hombre con bigote espeso y mirada aguda, la observó detenidamente antes de fruncir el ceño.

—Espere un momento.

Mientras esperaba, Irina observó el lugar. Finalmente, un policía de mayor rango se acercó y la invitó a pasar a una pequeña sala de reuniones.

—Tú estuviste aquí ayer, ¿no? Con tu madre —preguntó reconociéndola, mientras se sentaba frente a ella.

—Sí, así es —respondió Irina, asintiendo levemente.

El oficial la observó un momento más, notando el rastro de lágrimas en sus ojos y el ligero temblor de sus manos.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, suavizando su tono—. Pareces... afectada.

Irina bajó la mirada y se frotó las manos, exhalando un suspiro.

—No, la verdad es que no. Han sucedido muchas cosas —respondió en un susurro.

El oficial asintió, viéndola dudar unos instantes antes de hablar nuevamente.

—Entiendo. —Hizo una pausa, como si evaluara lo que debía decir a continuación—. Bueno, ¿qué es lo que te trae por aquí hoy?

Irina suspiró, organizando rápidamente sus pensamientos antes de responder. Con voz medida y pausada, comenzó a narrarle todo. No dejó ningún detalle de lado, desde el momento en que Klara comenzó a sospechar hasta la confrontación y las manipulaciones de su madre. Le explicó con claridad las verdaderas intenciones de Klara, detallando que ella solo quería confirmar sus sospechas y protegerla.

Orgullo de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora