El día continuó su curso, y por la tarde, Irina se encontraba de nuevo en el estadio para su segundo día de competencia. Estaba sentada frente al espejo del vestuario, dando los últimos retoques a su maquillaje.
Mientras se delineaba el ojo, su mano se detuvo de repente. Llegando a su mente la imagen de Klara contando su historia en la mañana, abriéndose de una manera que Irina no esperaba. La amarga sensación de ese momento la inundó de nuevo, dejándole un nudo en el estómago. Ver a Klara vulnerable, rota por el peso de su pasado, le había afectado más de lo que quería admitir.
Irina agitó la cabeza con suavidad, tratando de despejar esos pensamientos incómodos mientras terminaba de aplicarse el maquillaje. Una vez lista, se levantó, con su figura reflejada por última vez en el espejo antes de dirigirse hacia la salida del vestuario. En su prisa, su hombro chocó ligeramente con otra patinadora que entraba en ese momento, haciéndola detenerse.
—Lo siento... —se disculpó Irina, en un tono suave y casi automático.
La otra patinadora la miró sorprendida, con sus ojos llenos de confusión mientras se movía hacia un costado para permitirle el paso a Irina.
—No... No te preocupes —respondió, incrédula, como si no pudiera creer que la patinadora conocida por su arrogancia estuviese pidiendo disculpas.
Irina continuó su camino hasta el área de calentamiento, donde Ethan la esperaba. Al entrar, se colocó frente a un espejo y comenzó a calentar, sus movimientos eran pausados y metódicos, como si estuviera calculando cada estiramiento. Poco a poco, los murmullos de las demás patinadoras empezaron a fluir en el ambiente, todas mirándola de reojo. Lo que había ocurrido el día anterior, la caída de Irina en la pista, la tensa discusión con Klara en el pasillo, y su llanto desconsolado arrodillada en el suelo se había propagado como fuego, y ahora todas la observaban.
Tras haber pasado unos minutos calentando, se sentó junto a Ethan y, tomando sus patines, comenzó a ajustárselos en completo silencio.
—Sobre lo que sucedió ayer... ¿Estás bien? —preguntó Ethan, interrumpiendo el ritmo de Irina por unos segundos.
—No veo por qué no lo estaría —respondió de manera brusca, sin levantar la mirada.
—Solo quiero asegurarme de que...
—No necesito que te asegures de nada —lo interrumpió con un tono frío—. Estoy bien, ¿sí?
Ethan hizo una pausa, midiendo sus palabras.
—Está bien, pero si en algún momento necesitas hablar, dímelo.
—No quiero hablar de nada. Déjame en paz, Ethan.
Irina siguió ajustando los cordones por unos segundos, hasta que se detuvo. Cerró los ojos, respiró hondo, y se enderezó antes de mirarlo.
—Ethan, yo... lo siento. Sé que estoy siendo una idiota ahora mismo. Es solo que... tengo demasiadas cosas en la cabeza. Y no es solo por la caída de ayer, hay... otras cosas. —Su voz bajó al final—. Solo... prefiero no hablar de eso ahora. Prefiero concentrarme en hacer bien mi programa libre.
—Lo entiendo —respondió Ethan con calma—. No te preocupes, cuando estés lista, aquí estaré.
Irina asintió, sin decir nada más, volviendo a enfocarse en sus patines.
La hora del inicio de la competencia llegó, y como el día anterior, las patinadoras fueron llamadas por grupos. Tras haber terminado su calentamiento en el hielo. Irina se movía de un lado a otro en el pasillo de espera, agitando sus brazos y piernas, dándose suaves golpes en los muslos para calmar la tensión que la invadía.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...