La camioneta de Klara se encontraba detenida frente a un semáforo en rojo, con ella al volante. Pero no se encontraba sola dentro del vehículo. A su lado, justo en medio del asiento, Susie estaba sentada, con sus manos apoyadas en sus piernas mientras mantenía su vista hacia adelante. Y a su lado derecho, también estaba Irina, con su brazo apoyado contra la puerta mientras observaba hacia afuera.
—Entonces, ¿hoy no vamos a entrenar? —preguntó Irina, dirigiendo su mirada hacia Klara.
—Ya escuchaste a Ethan. Parece que se levantó de buen humor y nos dio el día libre —le respondió ella, manteniendo su vista hacia adelante.
—Pero yo no quiero tener el día libre —expresó Irina, haciendo una mueca—. Además, ¿no podía decirlo ayer? Al menos así me hubiese evitado todo el viaje al Aurora y habría entrenado en mi casa o salido a correr.
Klara la escuchó, pero no respondió nada, solo levantó los hombros mientras el semáforo se ponía en verde y continuaba manejando.
—A mí no me molesta —agregó Susie, mirando primero a Irina y después a Klara—. Un día de descanso nunca viene mal. Podemos hacer cosas divertidas.
—¿Cómo qué? —preguntó Irina, dirigiendo su vista a Susie.
—No sé, podríamos ir a tomar algo, ver una película o simplemente pasear. Hace tiempo que no tenemos un día relajado, ¿no?
—Pero yo no quiero relajarme —dijo Irina, con su tono firme como siempre.
Klara soltó una pequeña risa desde el asiento del conductor.
—Si dependiera de ti, estaríamos en la pista de hielo las 24 horas del día. Relájate, princesa.
—Es que no hay tiempo que perder —insistió Irina, mirando de nuevo por la ventana, observando cómo algunos autos pasaban.
—Faltan como 2 o 3 meses para la próxima competencia, tenemos tiempo de sobra —intervino Klara, girando su rostro hacia ella lo suficiente como para que Irina notara su expresión seria. —¿Hace falta que te repita de nuevo lo mismo de siempre?
—No, no hace falta... —resopló Irina.
Susie se inclinó un poco hacia adelante, entusiasmada.
—Bueno, al menos aprovechemos el día libre, ¿no? Podríamos hacer algo juntas, no tiene que ser entrenar todo el tiempo.
—¿Y qué propones entonces? —preguntó Irina, girando lentamente su cabeza hacia Susie.
—Podríamos ir al Volkonskiy, el que está frente la calle Kamennoostrovsky —sugirió Susie, con los ojos brillando de emoción—. ¡Dicen que tienen los mejores pasteles de la ciudad, y siempre he querido probarlos!
Irina no respondió de inmediato, mientras miraba a Susie con algo de duda. Aunque una pequeña parte de ella le agradó la recomendación de ir a esa cafetería que Susie mencionaba. La idea de comer algunos pasteles para romper por un día su estricta dieta no sonaba del todo mal.
Klara giró su mirada unos segundos y notó la expresión en el rostro de Irina.
—¿Ves? Incluso tú lo estás considerando, aunque no lo digas en voz alta.
Irina frunció el ceño ligeramente, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara por las comisuras de sus labios.
—No estoy diciendo que vaya a ir —se apresuró a aclarar, aunque su tono no tenía la firmeza habitual.
—¡Vamos, no te arrepentirás! Además, es un día libre, tienes que aprovecharlo —dijo Susie, con su entusiasmo habitual.
Irina bufó, tratando de mantener su resistencia, pero se rindió con un leve encogimiento de hombros.
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Orgullo de Invierno
Fiction généraleIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...